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lunes, 3 de noviembre de 2008

Estamos muertos?

La música lo envuelve todo. Los espíritus de nuestros muertos volvieron a su lugar ayer por la tarde. El K'anchaku terminó, los muertos, muertos son.
Hay cierta desazón que me invade, más que desazón es una especie de incertidumbre. El futuro ya se asoma pero no muestra su cara, hay algo borroso en su sonrisa y temo siempre que sea un gesto de agresividad lo que en realidad no se ve venir.
Han pasado diez completos y faltan dos por trabajar antes de cerrar caja y sacar cuentas. Debes y haberes se pondrán sobre las mesas melancólicas de los años nuevos, ¿nos veremos solos contando billetes? ¿nos veremos con alguien festejando a los vencidos? ¿habremos sido víctimas o victimarios?
Se acerca tan rápido el futuro que a cada paso se hace presente, con su figura difusa, su gesto inconcluso, su incertidumbre, su trágica falta de consecuencia. Imprudente viene el futuro atropellando a los cautos, engrandeciendo a los insulsos, favoreciendo a veces al desprevenido y descuidado, mutilando esfuerzos. Viene el futuro recogiendo muertos.
Quiero la claridad, la lucidez, la certidumbre de saber lo que se hace y nada mas, lo demás será entonces cosa del entorno, ahí, sólo responderé por mis acciones y no así por su caótico efecto mariposa. Se lo que brindo y lo que soy, justo hoy lo se, se lo que valgo y lo que me falta hacer en mi para valer lo que quiero llegar a valer, veo mis limitaciones y mis grandes aptitudes, veo ahora el momento de regresar a mis alas y dejarme caer nuevamente en ese sueño que me regalaba futuros más distantes, sabré más adelante que más deseo, por ahora mi deseo es que el futuro me muestre sus cartas para ver si le puedo ganar el juego.
Fotografía: Playa de Barcelona - Venezuela

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