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miércoles, 6 de octubre de 2010

Y del silencio se hizo la luz

Desde hace varios jueves, en la “Culta Charcas”, un grupo de personas con un criterio hasta ahora infalible, con el maravilloso objetivo de difundir y crear espacios de debate sobre derechos humanos, van cumpliendo además un objetivo paralelo seguramente de forma consciente: crear un criterio cinéfilo; hacer avanzar a los espectadores de cada film, un peldaño más arriba en este laberíntico mundo del celuloide (aun le digamos así aunque poco a poco sea sólo un término nostálgico).
¿Qué mejor manera de matar dos pájaros de un tiro?, ¿cómo no hablar sobre derechos humanos con verdadero gozo y orgullo, viendo la fantástica capacidad creativa de tantos seres humanos prodigiosos detrás de cámaras, guiones, ideas, direcciones y personajes?
A la luz de la linterna, como enjambre de luciérnagas, los comensales que se devoran filme tras filme todas las historias e ideas que quedan revoloteando tras cada presentación, quedan centellantes, como estrellitas terrestres que marchan a casa con ese brillo particular en los ojos que siguen pegados a la pantalla descifrando cada magnífica metáfora. En sus hogares, seguro comentan lo que vieron y entendieron, y así, como reguero de pólvora – también fulgurante – contagian a muchos más estas breves visiones de humanidad entre humanos que les fue otorgada.
Es importante destacar el trabajo de la gente de “La linterna – cine club” que pese a su intempestivo traslado de hábitat, supieron evolucionar en lugar de extinguirse para seguir concediéndonos el privilegiado de la visión periférica, este descanso de ceguera, esta bola de cristal, este mirar más allá de nuestras narices y aprender a vernos vistos en los ojos de otro ser humano… así: desnuditos.


Cada jueves tipo 17:30, se proyectan excelentes películas en la Biblioteca Pública (eso es en la calle España, frente al Musef, por si acaso)

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