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jueves, 25 de noviembre de 2010

Luna Llena

Cada noche que la luna sale llena, los manicomios embullan, las hembras paren, las mareas suben y los amantes copulan. Algunos animales le aúllan frenéticos, mientras plantas absorben minerales de la tierra con insaciable arresto al dominio de su luz.

Cada noche que la luna sale llena, los telescopios se enfilan, las luciérnagas compiten en incansables maratones luminosas y las ballenas cantan ebrias de plancton en la profundidad de los océanos.

Cada noche que la luna sale llena, “tiritan los astros a lo lejos”, vuelven las oscuras golondrinas, llora Garrick y el pirata canta su canción con Espronceda.

Cuando la noche es de luna llena, las autopistas son espejos, las sombras títeres a nuestro comando. La sangre es negro luminoso, negro centellante, casi purpúreo entramado, color de luto con aroma a pan recién horneado.

Cada noche que la luna sale llena, los licántropos juegan cartas, las putas están en celo, se calla la doctrina y el dogmatismo, los ciegos reconocen la forma de las gotas en su sonido y el papa baja la cabeza avergonzado.

Pese a las nubes, cuando la luna sale llena por las noches, comanda desde ahí a los tornados, presta su energía a los relámpagos, diagrama vectores a los rayos y llora a veces en su histrionismo opacado.

Cada noche que la luna sale llena, hace correr su cronómetro esperando el momento de regresar así: repleta y fulgurante. Los bosques le rechinan su madera, las hormigas por fin descansan un minuto para contemplarla antes de la faena y los cocodrilos dejan por fin de llorar.

Cada noche que la luna sale llena, sabe el sabio que no es para siempre, pero la luna nunca lo escucha, se engolosina en la letra del poeta en el cantar del juglar errante y luego desespera y comprende que no siempre puede brillar así. Y es entonces cuando la luna mengua… y cada noche que la luna mengua, alguien comienza a esperar a que salga otra vez llena.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Encuentro Nacional de Escritores en Potosí

Otra vez, Potosí nos sorprendió con su despertar cultural al habernos ofrecido en días pasados una agradable tertulia junto a varios escritores bolivianos entre los que podemos nombrar a: César Verdugués, Victoria Aldunate, Aldo Medinacili, Iris Ticona, Andrés Villegas, Dario Luna, Waldo Barahona y Daniel Medinaceli entre otros que fuimos convocados a la ciudad del Sumaj Orco con el único y fantástico propósito de encontrarnos y compartir nuestros trabajos (aunque fuese excediéndonos en el tiempo como en mi caso) con el amable pueblo potosino en una noche que se desarrolló por si sola, entre lecturas y conversaciones, muy fuera de solemnidades insulsas y pretenciones sin sentido.
No es la primera vez que la Universidad Privada Domingo Savio, bajo la visión responsable de la Lic. Rocío Álvarez Aranibar, hace este tipo de apuestas fuertes para llevar adelante actividades como esta, siempre trascendentales para la energetización de la dinámica del arte y la cultura en su ciudad y es un fenómeno interesante y loable desde todo punto de vista, aunque tristemente aislado.
Como fuere, es muy interesante sentarse ahí a escuchar a otros autores y sus trabajos, cenar con tantos seres diferentes y hablar sobre distintos temas, opinando casi en un acto inconciente de desahogo camaradero.
Incluso tuve la oportunidad de ver una obra de teatro titulada "Opera Prima" en la que, pese a la enorme falta de acciones, se distinguían con claridad las facciones de un texto dramatúrgico con gran posibilidad de ser explotado en adelante por el director.
Una noche singular de encuentro, literatura, teatro, música y sociego a una semana por demás debastadora.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

A Mil Años Blues


Hace pocos días, en el auditorio Eliodoro Aillón de la Fundación Pachamama, “La Chiva”, conocida banda hoy conformada por Gonzalo Pardo Padilla en la voz y guitarra, Sergio Carrasco Michel en el bajo y Carlos Eduardo Zegada Raya en la batería; hicieron la presentación de su nuevo material discográfico que lleva el contagioso nombre de “A mil años Blues”, demostrando una capacidad y organización que no nos permitieron quedarnos en silencio.
Esta tercera producción discográfica que lleva el mismo nombre de la gira, que los llevó a recorrer hasta hace poco lugares como: Villazón, Potosí, Santa Cruz, Cochabamba y La Paz antes de finalizar en nuestra ciudad, ratifican la impresión que desde hace años se tenía sobre ellos: una banda consolidada, con sonido y estilo propios que siempre se permiten experimentar y cambiar para reinventarse, manteniéndose, de esta manera, siempre actuales dentro de esta manera libre y natural de existir que identifica a sus miembros.
Durante el magnífico espectáculo que nos brindaron para la presentación de su disco “a mil años blues”, se podía ver un equipo de personas que sabían lo que hacían. Se podía ver a amigos y colaboradores haciendo un verdadero trabajo de hormigas. Así, de paso, parecían rozarse las antenas como diciendo – todo va bien – o – anda a arreglar el plato del Zega. Había todo un equipo de solución de contingencias; se distinguía con claridad a esos coadjutores que permitieron que se desarrollase con normalidad esa gran fiesta auditiva que demuestra que no basta querer hacer algo bueno sino que hay que trabajar en ello con la responsabilidad propia de los que aman su arte y respetan a su público. Estuvimos presentes en este concierto que tuvo como gratas características: un sonido inmejorable y un despliegue de luces y efectos digno de la calidad a la que esta banda sucrense nos tiene acostumbrados desde hace tiempo.
Elegir el lugar indicado y utilizarlo al máximo, es otro punto que es necesario valorar a favor de este singular trío de músicos. El despliegue nos dejó pensando en la posibilidad de que tal vez han abierto un nuevo camino a ser tomado en cuenta. Un sendero que podría empujar a otras bandas a convertir al Auditorio de la Fundación Pachamama – que a veces pareciera no encontrar su verdadero potencial – en una verdadera sala de conciertos donde los espectáculos bien planificados sean el menú de cada fin de semana. Visión compartida por muchos de los que nos dimos cita en ese excelente espectáculo el pasado viernes 5 de noviembre.
Fruto de su constancia es que suman ahora a sus anteriores materiales: “La Chiva” (2004) y “El vagón” (2006), este nuevo material grabado en estudios Géminis, de donde rescatamos la colaboración y visión de Yamil Patzi en grabación, mezcla y masterizacíon y Juan Pablo Lagrava en la mezcla. Trabajo en el que distinguimos además la intervención de los invitados: Alberto Rocabado (Contrabajo) y Santiago Vallejos (Armónica) y de personas como Raúl Mérida “El Cholo”, Enrique Claros y Paola Flores entre otros tantos “Vagos Rockandrolleros” – como los denominó cariñosamente “el Chivo” – quien de forma particular mostró siempre un singular amor y agradecimiento a su musa personal: Su hija.
Ahora que suena en los medios la canción “Bicicletas” que es le nuevo corte del disco “A mil años blues” mandamos nuestro saludo y agradecimiento a estos apreciados amigos de la música, a los que los acompañan y acompañaron y a todos los ciudadanos que deciden apoyarlos ya sea asistiendo a sus conciertos, comprando sus discos o simplemente dándoles el lugar que se merecen dentro del respeto que se han conseguido en este caminar que los ha colocado en un sitial adecuado en esta galaxia.

Palafrenes Metálicos

De entre las diferentes tribus urbanas, una tiene una particular carga; por historia, por esas características tan suyas: las leyendas, el enigma, esa especie de solemnidad de la que se embisten: los motoqueros.
Estos personajes que siempre supieron formar parte del imaginario de las ciudades, andan sobre majestuosas máquinas y recorren distintos parajes montados en esas enormes bestias que combinan lo salvaje y lo tecnológico; siempre adheridos al cuero y los ideales propios que los mueven, conmueven y vinculan entre si.
Estos seres particulares que se camuflan entre las demás personas pero que por dentro llevan a cuestas esa pasión que bordea lo esotérico, de vez en vez, nos deslumbran con caravanas y exposiciones que los desnudan frente a las otras tribus y las personas comunes que habitan las urbes.
Así sucedió el pasado domingo 31 y lunes 1, cuando a eso de las cinco de la tarde, del lado norte de nuestra plaza central, los fierros comenzaron a ronronear y reflejar el sol del atardecer, entre fuego y transeúntes curiosos que se deslizaban entre nombres descomunales como: BMW, Jawa, BRP o Harley Davidson entre otras.
Lo que causaba aquella extraña aglomeración de gente, era el resultado de los esfuerzos de dos personas: Melvin Romero y María “Maya” Fernández que con bastante empeño y dedicación consiguieron juntar dos eventos importantes de este interesante mundo de las motocicletas y hacer que confluyan en total armonía: el montaje de un museo temporal de estas maquinarias legendarias – que incluía un trío de antiguas Indian’s –, y recibir a la caravana del Club de Motos Clásicas de Cochabamba – que aglutinaba a 35 personas y 20 grandiosas máquinas.
Melvin Romero, cuyo amor por esta vida de cuero y motores en nuestra ciudad no se puede poner en entredicho, confesó que la falta de apoyo llegó a desmotivarlo en determinado momento pero que fue la querida “Maya” (María Fernández) quien se convirtió en una especie de musa que escuchaba e inspiraba.
La sede del evento, fue facilitada por Marco Prado, responsable de “Pueblo Chico” y con este último detalle resuelto, tanto el museo como la caravana de motocicletas, convergieron para convertirse en una singular muestra de la energía que esta tribu particular lleva dentro, muestra que incluyó en su programación un concierto de la magnífica banda “Tripulante” (nada más acertado en esta singular fiesta de tuercas y motores).
Este mundo de “reencuentro con los amigos, goce de paisajes y regreso continuo a las carreteras y los lugares desconocidos” – como lo describió Molina (responsable de la caravana) – encontró en Sucre un parqueo adecuado, un taller para fumigar los espíritus y recauchutar los corazones; encontró aquí un lugar para comprometer el retorno y despertar en otros esta pasión por esos briosos corceles contemporáneos.