En facebook

sábado, 23 de julio de 2011

Winehouse

De pronto hay un silencio grave. Un silencio largo... como de blanca, como de puntos suspensivos o puntos aparte.
De pronto hay un silencio que pareciera acrecentar todos los otros silencios que se han armado de valor hoy. Hay una serie de silencios haciendo fila aun, como un efecto dominó armándose aun ficha por ficha.
De este mundo tan lleno de excesos, extraemos a uno de sus más singulares ejemplares humanos; nos toca despedir a otra persona joven: adiós Amy.
La cantante londinense ha dejado de existir hace horas tan solo y el silencio retruena bullicioso en el ciberespacio: Se llenan de letras las redes sociales; se cargan y recargan videos en las páginas y blogs. Las notas de su voz tan particular hacen eco en las incontables cavernas auriculares mientras palabras tras palabras se sueltan y resbalan de bocas ansiosas y obnubiladas.
Podríamos inferir tantas cosas sobre su muerte. Recordar esos destellos de estrella negra, de nebulosa autodestructiva, de mártir maltratado que no sabía cuando detener esa constante autoflagelación. O simplemente hacer caso a nuestros sentidos menos especulativos, rebuscar en sus huellas mnémicas y consagrar su incalculable talento a la memoria de su música totalmente trascendental.
Recordemos que también pueden haber existencias oscuras, que hay mil caminos para que todos nosotros, seres-para-la-muerte, podamos ir más allá de una simple sobrevivencia continuada. Winehouse está más allá de sus propios excesos, más allá de la boca que la juzgó, más allá de las mentes pequeñas que admiraron ciegamente su descontrol sin tratar de entender su naturaleza o génesis. Qué tonto es admirar o imitar el exceso por si mismo.
Que su voz nos acompañe hoy, mañana, en los próximos años, que nos sorprenda cada tanto recordarla con vehemencia con melancolía, con esa misma que la cubría y recubría de tanto enigma fascinante.

No hay comentarios: