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sábado, 23 de junio de 2012

El temor de la fragilidad

¿Cuán peligroso es lo sucedido en Paraguay?. ¿Qué es lo que se cierne tras ese disfraz de aceptación que le impusieron a Lugo?
Si se pudo hacer allá ¿cuál la razón para no hacerlo aquí, o en la Argentina, o en cualquier otro país que tiene gobiernos que de alguna manera no se han reculado frente a las oligarquías?
Bajo ningún caso se debe permitir que una elección democrática sea sobrepasada por intereses que pongan en el poder al mejor títere disponible en la vitrina. Lo único que podría tener mayor valía que la institución democrática, en último caso, sería la manifestación masiva, mayoritaria y directa de la voluntad del pueblo en las calles en pie de revolución; y nada de eso se pudo evidenciar en el vecino país.
Lo único que hasta ahora muestra la precaria - pero existente - madurez de la democracia latinoamericana es el silencio diplomático que ha castigado a aquel país pseudodecapitado. Se sabe que muchos mandatarios del continente, han decidido no reconocer un gobierno que no surgió de las urnas, varios emisarios se reunieron para coordinar "próximas acciones" y esto sin duda hace ver que la sentencia en contra de una charada tan patética ha sido unánime.
- Hoy no es Fernando Lugo el que recibe un golpe - decía Lugo en un primer mensaje, tras su "destitución" - hoy no es Fernando el que es destituido, es la historia paraguaya, su democracia la que ha sido herida profundamente. En el ataque, han sido transgredidos todos los principios de manera cobarde, de manera alevosa y espero que sus ejecutores tengan presente la gravedad de sus hechos(...).
Siento una mezcla de sensaciones entre rabia, espanto y esperanza. El temor de la fragilidad es esa mirada fija en la democracia nuestra que parece una fina, invaluable y hermosa cristalería. Tan vulnerable, una tentadora maravilla que invita a los megainadaptados a caerle en odio.
¿No aprendimos nada?, ¿deseamos que se nos gobierne aun a palos o los del garrote aun no saciaron su sed?. Comienzo a dudar de que algo sea cierto, ¿y si todo es un montaje y en verdad sólo quieren hacernos sentir el espejismo de lo democrático? ¿y si sólo nos contaron el cuento de la libertad y la democracia?. Como sea es urgente y mejor seguir creyendo, luchar aunque sea dentro de esa fantasía cruel que se montó para apaciguarnos, tal vez y mas adelante, como siempre pasa: la burbuja se venza.


Imagen:
La mala palabra
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jueves, 21 de junio de 2012

Valer lo que uno cree



"Un choque de egos no es otra cosa que una absurda pelea de perros".

El amor propio puede terminar siendo una bestia insaciable.
A veces somos crueles queriendo averiguar hasta dónde son capaces de llegar algunas personas por nosotros y ponemos a prueba a nuestros amigos, a nuestras parejas, a nuestros familiares o a nuestros compañeros de trabajo para satisfacer una curiosidad que nos permite crear parámetros y conocer límites; y mientras más capaz es alguien de hacer algo por nosotros, más sobrealimentamos a ese monstruo con el que convivimos en tan frágil relación.
El amor propio, como si fuera una mascota fiel, nos libra de permitir que nos menosprecien, sometan o humillen y nos permite salir de situaciones que - si no fuera por él - creeríamos que son lo único a lo que en verdad podríamos aspirar (ese "poco" que merecemos). La bestia nos empuja a conseguir lo que creemos en verdad merecer, pero como todo, debemos saber que es muy vulnerable al desequilibrio y desentono.
Hay una enorme diferencia entre alguien que se quiere y alguien que pretende ser más de lo que es.
Debemos saber distinguir bien cuándo estamos haciendo un favor a alguien, sin dejarnos arrastrar por la soberbia que nos hará creer que en realidad andamos por el mundo haciéndole el favor, a todos los que nos rodean, de permitirles rodearnos. 
Cuando el amor propio se vuelve egocentrismo la bestia ya no es bestia sino monstruo y la gente alrededor termina huyendo porque el supuesto amo casi nunca tiene la envergadura para controlarlo.
Pero también es un error creer que alguien nos debe un favor porque fuimos capaces de perdonarle fuertes ofensas. Uno perdona porque así lo decidió y el ofensor no le debe favores ni tratos especiales al ofendido, pero esa bestia interna, a veces solicita sangre como ofrenda de perdón en su intento de creerse superior.
Uno vale lo que vale, ni más ni menos. No vale cada uno con cada quien de manera diferente sino que todos nos valoramos de formas distintas sin que eso en verdad incremente o reduzca nuestro verdadero valor. Porque alguien no pueda darse cuenta de quienes somos, no dejamos de ser lo que valemos.

lunes, 18 de junio de 2012

Abundancia y exceso

Desear tener todo es avaricia. 
Sólo se debería pretender lo que se necesita pues, conseguir aquello, es suficiente para sentirse satisfecho.
Las oportunidades tienen fecha de vencimiento porque cada cosa tiene su lugar en una linea temporal concreta; y aunque pudiésemos tener más de lo que precisamos gracias a la aparición de mas oportunidades, tenemos también que aprender a dejarlas pasar a veces porque aparecen anacrónicas o simplemente porque ya se tiene satisfecho lo que ofrecen.
Los que pretenden demasiado terminan siempre insatisfechos y luego, consumidos en su delirio egoísta, creen que los que no piensan igual son seres mediocres. 
Cada uno ve desde sus filtros, cada quien piensa como le place sobre una situación concreta y sólo en la exteriorización de ese pensar encuentra la posibilidad del contraste en el pensar del otro y esto nutre nuestras perspectivas.
Discernir no es ver lo bueno o malo sino simplemente lo conveniente o inconveniente de algo, ya sea una persona, un bien o un conocimiento. Un sentido poco desarrollado el del discernimiento y cada vez mas atrofiado por esta avaricia que no nos otorga el poder de decidir y nos convierte en ciegos perseguidores, en ávidos pero ignorantes consumidores.
Sabemos que la renuncia es dolorosa y la abnegación muchas veces mal recompensada pero permanecer deseando más de lo que necesitamos es no saber reconocer los dones recibidos. No hablamos de gratitud teológica, sino del reconocimiento a lo que uno mismo ha conseguido caminando y siendo. 
Casi todos tienen más de lo que necesitan y poco a poco estamos acostumbrándonos a desear mirando al vecino. Hemos olvidado que el deseo debe basarse en lo que uno mismo necesita y no en lo comparativo de lo que consiguieron los demás.

miércoles, 13 de junio de 2012

Ray Bradbury (+)


"Sólo podemos progresar y desarrollarnos si admitimos que no somos perfectos y vivimos de acuerdo con esta verdad."

Ray Bradbury (1920 - 2012)

Inconsecuencias?

"Inconsistencia, inconsecuencia: qué difícil es tomar decisiones…  qué difícil es mantenerse firme con lo decidido…  qué difícil es cambiar de parecer.(...)" 
- Fragmento - (Fausto E. Bonifaz) 

Persistencia contra tibieza: ser flexible o entercarse. Hasta lo que en apariencia es lo más fácil de decidirse, tiene justo en esa apariencia la duda que lo hace difícil per se. 
No hay segundo en la vida en la que no se estén tomando decisiones: ¿Llorar o perder el miedo a la oscuridad?, ¿evitar tal vez la travesura?, ¿la virtud o el vicio?, ¿la carrera, la pasión o el precipicio?.
Al menos para el ser que existe sin automatismos (síntoma de haber renunciado a la vida real), cada segundo es una decisión que implica en si misma un conflicto interior.
¿Qué sino nos mueve para levantarnos en la mañana? ¿qué sino nos ha distanciado - al menos hasta ahora - de los basurales y el anonimato del indigente renegado?, ¿qué sino nos da la razón o el equívoco?.
Cada rumbo cobra peso al evitar la tibieza, al soportar cada tropiezo. Consecuencia de una decisión es cada suceso y cada segundo se sucede incluso si se decide no decidir nada.
No es de tibieza de lo que se templa el acero ni es de rigidez la comodidad del elástico. Las renuncias no son de unos segundos y se apuesta fuerte o se evita el juego.
El camino que asumimos es lo que nos mide, ese que hacemos caminando entre dudas resueltas al paso. Será ancho, o estrecho, de subida en el esfuerzo, descendente en la comodidad. Brillante, en penumbra, solitario o en par. Cada juego de huellas es un reflejo inequívoco de cada cual.
Es difícil asumir los errores y darse cuenta que se tiene que parar de caminar, o que se debe cambiar de rumbo, o tal vez que se tiene que esperar. Es difícil asumir lo decidido, es difícil decidir cambiar los hábitos simplemente por querer mejorar. 
Asumir una postura no es creer que será así para siempre, es saber que siempre se puede cambiar. Pero no al primer soplido, no se trata de saltar todo el tiempo a lo que parece un mejor lugar, de venderse al mejor postor. 
Ser consecuente es persistir en lo que vimos correcto aunque algunas cosas no salgan como uno las espera. Decidir algo sólo esperando sus beneficios es vivir en la falsedad. Es cómodo - no lo dudo - es sencillo pero no tiene ningún merito al final. Lo gratis también nos cuesta (no se si se entiende en verdad).
Como sea, es mejor a veces no hacer mucho y decidir esperar. Luego, en el camino que andamos se verá clara esa pausa; no como bache ni como lunar, sino como símbolo de madurez y sabiduría de tortuga. 
Decidir es inevitable, como morir o equivocarse. Pero tomar la decisión siempre es acertado y no así el dejarse llevar (que tampoco es siempre un error).  
¿Hay decisiones sencillas?. Pareciera que si ¿verdad?. Pareciera que la lógica funciona pero por cada cosa que se obtiene algo equivalente se pierde o se posterga aunque no nos percatemos de ello.
(Hermoso el arte de la palabra, hermoso por ahora, frente a la soberbia del capital).

lunes, 11 de junio de 2012

Secuencias y ciclos

¿En que termina ese conteo de capítulos que hacíamos de nuestras vidas? ¿A donde pretendemos que nos lleve ese medir, ese tazar tan desesperado?, ¿qué nos lleva a todo ese eterno calcular de pasos y posibilidades?
Cada uno es un ser-para-la-muerte y pierde incontables segundos atemorizado por el devenir incontrolable de los sucesos. Cada decisión se hace proyectando la energía hacia la incertidumbre del futuro y cada proyecto es sólo un golpe de voluntad que busca precipitar ciertas cosas que tal vez sucederían antes si las dejáramos caer por si mismas.
Nudos y desenlaces tan continuados, tan en secuencia; tramas que se van tejiendo como intrincadas telarañas dispuestas a alojar y retener, a liberar o consumir; la vida no es más que una montaña de experiencias apiladas, apiñadas u ordenadas y archivadas en orden cronológico. A veces es recuerdo difuso, imagen y sonido reprimidos o indeseable suceso inevitado.
Página tras página se van escribiendo nuestros mundos. Se desnudan como alcachofas los secretos del universo mientras la promesa de la infinidad de los ciclos se hace cada vez más aprehensible.
El humo es ahora olvido, mensaje, errata, suspenso y cierre. Es inicio y fin, alfa y omega, es presencia continua y sonrisa precisa mientras el tiempo se adapta como líquido a la fuente que lo contiene en los relojes.
Hemos pedido tanto como mendigos que se hace raro no pretender más de lo que hubo. Cada quien aprende tarde o temprano que lo que se obtiene no es diferente a lo que se pierde o no se tuvo. Cada cosa, suceso o persona es independiente como numero exacto en una linea sintónica radial y su relación con nosotros en un punto preciso del espacio-tiempo no crea una diferencia en sus elementos esenciales. Es como que a cada cosa en el mundo no le importara haberse chocado con todo lo que le coexiste debido a lo pequeño que es ese suceso dentro del incontable número de universos paralelos en los que dicho encuentro no sucedió.
No somos tan importantes; nada lo es y por esto todo es invaluable. ¿en qué sino termina todo este contar de capítulos? 

miércoles, 6 de junio de 2012

Día del maestro


A cada persona que nos ha enseñado y ha logrado que mejoremos en cualquier ámbito de nuestras vidas. A los que nos evaluaron y corrigieron; a padres, amigos, profesores y tanto ser que se cruzó para que aprendamos algo nuevo en la vida; incluso a todos aquellos que hicieron ese trabajo sin desear hacernos el bien. A todos ellos, gracias.



lunes, 4 de junio de 2012

Avance silente

El sintonismo persiste, cada cosa fluye inalterable y las causas empujan los sucesos mientras los azares se ciernen encapsulando aun más las posibilidades.
Brilla el tiempo con luz mas intensa, se hace más perceptible, se acomoda sin empujones ni inflamaciones; las sonrisas se entregan al aire mientras la música no deja de sonar alrededor.
Algunos ojos parecieran haber cambiado su filtro, se inclina la balanza y la espada de Damocles se siente como un elemento bajo completo control y subordinación a mis decisiones.
Las fuerzas y los vectores se centrifugan en este ying-yang; se alisan, se nivelan, se reescriben, se direccionan nuevamente, se alivianan y optimizan. Como cuerdas de una guitarra, se afinan y armonizan sin perder su independencia. Cada fuerza tiene un sentido, cada nota un lugar, cada combinación un por qué.
El gran orbe, siempre ciego, parpadea apenas intermitiendo algunas visiones de un futuro, siempre vestido de incierto.
Cada persona redefine su valía constantemente. Se cotiza y devalúa cada quien con cada acción u omisión cotidiana; en ese pulsar constante son miles los bips que crean picos y simas en infinitas gráficas vitales.
Codo a codo se caminan senderos variados, más de una mirada nos asecha, mas de una voz nos comenta, mas de una mano nos aplaude o desaprueba mientras avanzamos casi presos de una inercia desatada por nosotros mismo.
Verdugos, víctimas y jueces; corderos y pastores, todos los roles se juegan y se visten también todos los disfraces cuando uno se abre al universo sin desesperanza cuidando los pasos pero sin forzar las seguridades.