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lunes, 29 de octubre de 2012

Esquivando el odio

Es duro el cristal, todo césped es de acero, la madera parece metal y es como kevlar el simple cuero. 
Frente a la vida y su fragilidad, hasta las alas de las mariposas parecen de mithril reluciente. Inexplicable gama de azar, insalvable serie de sucesos y decisiones; causas, razones, sinrazones, confusiones, dédalos, desenfoques... todos los acontecimientos tienen contención adivinatoria y esos inesperados hechos son portadores de un síndrome de titular del diario. ¡Cuántos hechos nacidos para ser pasado! tercos acontecimientos que no permiten aviso, proyección o previsión alguna, ¡cuánta decepción, cuánta sorpresa malnacida!.
En cada rincón del universo, desde el más iluminado hasta el más tenebroso, hay una rueca que espera insospechada, al dedo de una bella durmiente; resaltan y resuenan luego las sirenas, se dan pronto las voces de alarma, despiertan los insensatos arrepentimientos, el morbo, las sospechas y los prejuicios. Todos se vuelven jueces ansiosos de la sentencia y nadie ve que ya pasó todo lo que en verdad importaba y el odio y el afán justiciero se apropian del empañado recuerdo de una vida entera que era más valiosa que todo eso que al final despertó.
Somos seres de cesio, menos que cristales. Creemos tontamente que el odio y el desdén nos fortalecen pero seguimos siendo escarcha que se diluye ante el calor del rencor mientras pareciéramos olvidar que nuestra propia vida sigue a merced de lo insondable. Como la vida de todos los que ya se fueron.
Mundo de seres caídos, de tumbas jóvenes, de luces extinguidas; reflejos de lo más débil del espíritu, de la decadencia y el patetismo de creernos superiores sin saber siquiera manejar nuestros propios extravíos.
Deleznable y enclenque la existencia. Nuestro aliento es tan frágil como nuestro espíritu cuando nos encontramos ante esta verdad.
a S.H.

sábado, 27 de octubre de 2012

En el ojo de la tormenta

¿Miedo?. No, sólo incertidumbre. 
Algo de rabia por la injusta posibilidad de terminar pagando por las incompetencias ajenas. 
El futuro se hace mas difuso, las personas al rededor incrementan las cada vez más inmanejables variables de una ecuación que de por sí ya era complicada y la impotencia se dibuja burlona recordándonos que no todo depende de uno mismo.
¿Qué hacer cuando todo lo que intentamos no es suficiente?, ¿a quién echarle la culpa?, ¿ante quién justificarse? 
Si total, mañana no estaremos y nuestros logros serán recuerdos en otros, dibujos diluidos, cenizas, polvo, nada; es muy probable que a nadie procure darse cuenta de los sacrificios hechos y que poco le importe a la gente la enorme cantidad de buenas intenciones que motivaron nuestros proyectos más alocados, nuestras acciones más insensatas, nuestras palabras mas crueles.
¿Miedo?, no, sólo desazón, ganas de mandar todo al diablo, de colgar los cachos, de parar el show, de bajar la guardia y gritar, a todos los que le dan aliento al fracaso, lo que pienso de ellos y sus estrechas visiones de oficina burocrática.
¿Miedo?, sólo de perder el impulso, de las malas lenguas predispuestas a sentenciar, de la confusión en el caos, del sonido que suelen hacer las frágiles amistades al quebrarse y de la torpeza que me vaya a despertar este enfrentamiento con la obtusa visión de unos cuantos.

sábado, 13 de octubre de 2012

Al muerto-vivo


Llego tarde a tu conmemoración, casi casi me olvido. Pero veo que pareciera que haz dejado de estar de moda y te visito con gusto.
Cuarenta y cinco años muerto y sigues vivo.
Hace poco me di cuenta que ya estaba dejando de creer, que me estaba ganando el malestar, la nausea, el sistema, el egoísmo. Es que si, es más cómodo el escritorio, no molesta poder pagarme ciertos beneficios, entrar en la competencia aprender a salvarme a mi mismo muy a pesar de los míos.
Pero es ese absurdo el que pesa, el inculcado pesimismo, la estupidez de no intentar ser mas humanos, esta resistencia a pensar por uno mismo.
Te dolería tanta ceguera en plena era de la información; te apenaría, como humano, tanto y tanto desperdicio.
Siento mucho llegar tarde para decirte que algo menos importante me entretuvo, que en el mundo me perdí como la mayoría olvidando de apoco lo que me conmovía de tu accionar, de tus palabras, de tu vida y tu compromiso.
Algunos saben que hice el intento de decir las cosas, de activar otros cerebros, pero me adormecí como tantos en el sistema que en ese afán se sabe certero; lo siento.
Pero pude pasar a saludarte, a mirarme en un reflejo de chiquillo, a darme un respiro y recordar que creía, que creo todavía pese al frío.
Ahora regreso al mundo de los muertos, a esta pecera de corderos que aceptan tan mal destino, al planeta agonizante que no encuentra alivio, al futuro que (a tantos) les tiene previsto el olvido.

jueves, 11 de octubre de 2012

Pseudodemocracia

"Una decisión inducida, no puede llamarse decisión"

Silencio de corderos; treinta años de poder decidir sin saber hacerlo.
Iniciados al sistema, fuimos siempre dogmatizados en la visión del rebaño. Los medios tienen siempre la razón y la razón deja de responder en cada individuo.
Con la visión castrada, aprendemos a aceptar sin interrogarnos nada; la moda y las tendencias son la verdad indiscutible y las noticias - si es que les ponemos por casualidad algo de atención - son discursos y aguarrás que diluye la conciencia de la realidad.
Espejismos, nos enseñaron a ver lo que queremos ver, pero antes nos enseñaron qué es lo que supuestamente queremos ver.
Trabajo, respeto, dinero, fama, aceptación social, familia, círculos, gremios, pertenencia...
La lucha de unos pocos despiertos sólo ayudó a crear una fantasía llamada democracia.
Un privilegio de los pocos que se dan el tiempo de decidir por si mismos. Decepción de ver que todo ya se decidió en nombre del rebaño que además cree que está tomando decisiones.
¿Qué hará falta para que las ovejas dejen de contar ovejas?
Asumir el poder requiere un despertar de la masa, un segundo de lucidez, un lapso de razón global, un revertir el uso de las tendencias y la moda, una revalorización del pensar individual.
Más allá de cualquier linea política, más allá de cualquier ideología preconcebida, más allá de la moral y las estructuras está el individuo, aquel homo sapiens capaz de hacer honor a ese intelecto desarrollado que se resiste a utilizar.