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domingo, 13 de enero de 2013

Necesidad de discernimiento

Una llovizna tímida se apoderó del día. 
Todo el domingo se mojó y remojó lentamente y a medio día era como un final de semana en baño maría. 
Las pantallas que acompañaron parpadeantes se percibían mas intensas desde su aplanamiento pos-moderno, con sus imágenes tan agresivas y definidas, con sus ausencias de contacto, su virtualidad de contacto, su contagio de intermitencia en relación.
La información se avalancha siempre implacable, cada segundo está lleno de conocimientos nuevos, de información incesante; de ver como se pliegan las cortinas al tocar el edredón de la cama en su caída, en la interesante posibilidad de adivinar la intensidad de la lluvia en base al chasquido de los neumáticos sobre el pavimento mojado, las noticias del día en la página de the history chanel, los ganadores del Golden Globe, las páginas del nuevo libro comenzado que promete incrementar su inclemente intensidad.
La duda se cierne en cada doblez de la realidad que se nos presenta a través de tantos filtros: páginas, pantallas, sonidos e incluso aquella percibida por mis propios sentidos. ¿Es real esta llovizna?, ¿qué son estas gotas entregadas al abismo?, ¿es una lluvia cohibida o un chilche sobrestimado?
Veo en las redes sociales tantas cosas que en realidad me angustia pensar que la mayor parte de esa gente se cree todo lo que lee tan a ciegas o intenta comprender las cosas sólo desde la limitación de su propias cabezas. Veo lo vulnerables que somos todos debido a nuestras propias mentes obtusas y nuestra cada vez mas reducida capacidad de discernimiento.
Las gotas se callan a segundos, pero el sentido común me dice que la lluvia sigue ahí.

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