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sábado, 30 de marzo de 2013

Alivio

Tiró las migajas y las palomas no tardaron en aglomerarse. Se sentó a observarlas pero pronto se marcharon sin dejar nada mas que la brisa de su desordenado aleteo de despedida.
La tarde se volvía noche tan rápido que antes de darse cuenta los ojos se le desbordaron y la sal de algunos recuerdos le empaparon las mejillas. Había algo más en el ambiente que plumones, pelusas y hojas al borde del suicidio otoñal colectivo. 
Sentía que su universo interior de alguna manera se le había escapado en el aliento y todo alrededor se tornaba así de demoledor desde afuera. Sus sensaciones internas habían creado de alguna manera un circuito con la realidad y ahora el mundo exterior era sólo una copia de las sombras que por dentro lo perturbaban. Lloró de nuevo, le dolió hasta el desprecio de las palomas y sintió a cada hoja golpeando el suelo como si fuera un estertor de agonía hacia adentro suyo.
Todo giró de pronto, el tiempo tomó un respiro, pasó un siglo en un segundo y en ese tiempo las energías sumadas de todos los universos paralelos se precipitaron sobre él: sismo cósmico, implosión atómica, agujero negro, suspiro liberador.
La mirada le volvió al rostro y el sonido se percibió nuevamente por los conductos regulares. Tragó saliva, se sonó la nariz; las hojas eran arrastradas por una brisa fresca y el frío invitaba amablemente a buscar abrigo. Se levantó y dibujó una sonrisa en su rostro, se le escapó una pequeña risita, meneó la cabeza y siguió su camino metiendo las manos a los bolsillos. 
Las palomas, agradecidas, conciliaron el sueño al fin, luego de verlo aliviado.

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