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miércoles, 13 de marzo de 2013

Ruido estático

Insomne la pantalla titila en silencio regalando infinitas formas dibujadas por la estática.
El tragaluz plástico ronronea por las gotas persistentes de una llovizna tímida y los días hacen fila como esperando su turno para morderme.
¿Cuanto tiempo ha pasado? ¿es necesario cambiarme tan pronto la ropa? ¿se despintó ya mi pelaje? ¿debo mudarme de coraza?
El frío sonríe esperándome, lo vi dando la vuelta la esquina de una callejuela paceña la última vez que estuve ahí. 
¿Qué pasó? 
Escucho historias de padres frustrados que pretenden volver a ser padres a costa de los hijos de sus hijos, me dan lástima más que ira, cobrando sus propias faltas e incapacidad causan daño en lugar de colaborar. ¿Qué manera de robar la seguridad en si mismos (que fueron incapaces de dar a sus hijos) es esa?
Prefiero quedarme en silencio, confiar en la sabiduría y fortaleza de las víctimas, en la justicia de los hombres, en la lógica de la jerarquía que posee la maternidad frente a cualquier capricho senil.
Las horas se llevarán todo y el agua lavará los rastros. El cielo hace silencio, no brilla, no truena, hace silencio.
Recargo la suficiente energía como para no dejar de creer en los demás; me frustran tantas pequeñas cosas del día; detesto equivocar los pasos, fallar a las personas, recibir negativas... la lluvia lava los logros y el tiempo crea esas lagunas donde terminan convertidos en desechos.
Insomne la pantalla regresa al color, basta apretar un botón para dejar de escucharla y tratar de entender lo que la llovizna pretende decirme.

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