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lunes, 19 de agosto de 2013

Luciénega

Nuevamente el mundo gritaba a su alrededor.
Desde todos los puntos cardinales, las voces imploraron cosas diferentes. Unas hablaron de libertad y otras pretendieron forzar existencia a toda costa. Como si la vida fuera un don y no un castigo, como si el mundo, actual, presente o pasado, fuera un privilegio y no un martirio que hubiera sido mejor evitar - pensó ella.
De derecha a izquierda se insultó, se denigró, se restó valor al pensamiento ajeno y se juzgó al que se había hecho de una opinión. De izquierda a derecha se ridiculizó al otro, se menospreció, se ignoró, se silenció...
Pareciera que es mejor aprender a quedarse en silencio, a dejarse llevar como una esfera sobre una tabla que se balancea de acuerdo a donde la empuja la pendiente - dijo para si - creo que es mejor librarse de la mirada inquisidora de los demás porque si uno abre la boca pierde la armadura, la invisibilidad; suele ser un error dejar el anonimato - concluyó.
Pero nuevamente el mundo gritó y ella no quiso escucharlo porque las voces son redes que se tejen y los ojos son patas puestas en un telar. ¿De dónde se aferra tan macabro entramado? - gritó aterrada al dejar de ser para seguir estando. 

Las luciérnagas, agotadas mueren sin dejar de alumbrar porque la luz, al parecer, también es un remo irrenunciable. 

domingo, 18 de agosto de 2013

De este lado del espejo

Una mosca verde, casi azul, está posada sobre un espejo y se acomoda las alas con las patas traseras.
Del otro lado de la habitación, él está tendido boca arriba víctima de su infortunio. El frasco yace vacío sobre el velador a lado de la cama junto al vaso vacío.
La mosca en el espejo se contempla segura y se pasa las patas delanteras por la cabeza acicalándose despreocupada.
El celular comienza a sonar incesante. Agonizando, su aullido es sustituido por un bip repetido que preludia su expirar tecnológico también insulso e inevitable.
Otra mosca se posa en el espejo. Es más pequeña pero tiene el mismo color de metal destemplado. Ambas se encuentran y copulan sintiéndose dueñas de un palacio. El cuarto es ahora un motel para dos. Sus formas se reflejan sensuales mientras se suscita su dulce apareo carente de rituales absurdos de cortejo.
Pronto, el subyugado se ofrece sobre la cama como un sitio turístico en temporada alta. 
La aun joven pareja sobrevuela la locación mientras el aroma despierta todos los instintos. 
La más grande desciende temerosa para probar las secreciones acumuladas en los poros de una mano y la más pequeña, llamada a cumplir su principal meta en la vida, se aventura a las fauces. Realizando importantes pruebas de seguridad entra y sale con una precaución natural, cuidadosa de no ser atrapada. Luego, confiada, se sumerge llena de vida, impaciente y presurosa.
La otra mosca retorna al espejo, dormirá ahí como duermen las moscas, incapaz de cerrar sus miles de ojos y destilando sus vapores en un grito químico.
Aun pequeñas, otras concubinas lo vendrán a buscar luego de su metamorfosis. Aun pequeños otros machos esperarán en las cortinas o las paredes porque ese cuerpo permitirá que un imperio entero surja pintando el cuarto entero de negro azulado o verduzco antes que alguien irrumpa por la puerta molesto por el olor.
El vaso seguirá vacío sobre la mesa junto al frasco de pastillas que no será suficiente prueba para la madre consternada que no dará crédito a la noticia. Posiblemente un forense, de entre millones, capture al anciano que aun se acicalaba frente al espejo que estará lleno de puntos fecales, para comprobar la presencia del químico letal en su abdomen resplandeciente de satisfacción y ahí se habrá perdido una existencia que un día, se considero, valiosa.


Cuento publicado en el blog del Grupo Literario Miércoles de Ceniza

domingo, 11 de agosto de 2013

Relámpagos cegadores


A veces las luces del escenario encandilan y uno corre el riesgo de provocarse una ceguera con los logros conseguidos a través del trabajo y la habilidad de ejecutar u organizar y de volverse incapaz de percibir los errores que sigue siendo capaz de cometer.
Uno corre el riesgo de sentirse correspondido en confianza y respeto cuando en verdad no es así y los desengaños son explosiones de motor que permiten volver a la realidad, recuperar la vista y percatarse de que todas las cosas que hace el hombre son perfectibles pero nunca completamente impecables.
No olvidemos que nunca son suficientes las simples "buenas intenciones" para hacer las cosas y que lo mejor es manejarse con cuidado sin descuidar detalles que pudieran vulnerar amistades, labores ajenas o respetos.
El ser humano es maleable y frágil a la vez, es imposible estar completamente consciente de todas las áreas que nos hacen ser quienes somos y por eso a menudo descuidamos algunas que creíamos tan seguras (sobre escena muy a menudo la humildad).
No debe ser fácil sentirse la única parte activa de una sociedad principalmente estática, debe ser duro cargar esa sensación de inmensa responsabilidad y percatarse que a menudo lo único que corona esos esfuerzos son ojos ceñidos y lenguas viperinas. Tal vez eso pueda provocar temores y hacernos sentir que las simples hojas que caen de los árboles como confeti festivo en nuestro honor, son alimañas que nos asechan impías. Porque sucede que entonces, apresuramos los ataques y cubrimos nuestro cuerpo de espinas para protegernos sin jamás haber tenido la certeza de saber si esas manos en verdad buscaban dañarnos y no acariciarnos o incluso empujarnos y ayudarnos.
Como sea, el mundo de las luces y las tablas, de las cuerdas y los vientos, de las letras o los colores no es un mundo fácil de llevar porque exige más sensibilidad y humanidad que cualquier otro mundo.
Por eso sigue empujándote a ti mismo pese a todo, brilla sin encandilarte y mejora aunque creas que ya todo está perfecto. Copia ese escepticismo a la ciencia y conviértelo en humildad; aunque ansíes tanto ese reconocimiento de tu sociedad adormecida.

martes, 6 de agosto de 2013

Justo para hoy... (6 de Agosto)

Letra sacada de una canción viejita llamada "Fuerte y Fertil"












Tu naciste entre los cardos, naciste con tus heridas, 
sin gaviotas este día te vas quedando dormida. 
En las cimas del cansancio, en el alto cielo vuela 
la imponencia de un cóndor que va cantando y no sueña nada. (nada)

De las horas divergentes que el reloj corroe a penas 
se desprenden los cristales que empañaron tu existencia 
de tus hijos los lamentos  en la historia que envenena 
el coraje de los grandes que van cantando y no sueñan.

Sumerge, tu miedo adolescente 
bella madre que no crece, mi gran niña que florece. 
Vierte, tu vida, tu candor 
tus hijos te reclaman  deja afuera ya el temor.

De pequeño al conocerte ya lloraba por tu vida, 
me sentí comprometido a regalarte la mía
pero el tiempo ha pasado y nadie me cuenta ahora, 
sobre tu futuro incierto y te van dejando sola.

Mi pequeña, mi ternura, hermosa dama encendida
eres frágil, distraída, eres canción eres vida 
Mi islita solitaria,  mi esperanza, mi razón 
desde niño he aprendido a regalarte el corazón.

Hermosa, se fuerte y fértil 
vuelve tus encantos hacia el probo y hacia el mártir. 
Serena, paso a paso 
eterna compañera, ven despacio

Bolivia… Bolivia.