En facebook

viernes, 25 de octubre de 2013

Ingratitud

Dicen que sonreía al abrir las fauces,
que su rostro pacífico no era real,
que su mirada parecía no albergar males,
pero mordía siempre sin avisar.

Contaba sólo los favores hechos
no lo que otros hicieron por él
su luminoso ego se fue por los techos
y se quedó solito con su pastel.

Triste conducta tan impulsiva,
morder hambriento sin saber ver.
Crecer - dicen - es  parte de la vida

como extraviarse, como perder.
No es necesario procurar heridas
demostrando cuánto creemos valer.


miércoles, 16 de octubre de 2013

Palabras desbordantes

Todo se mantiene en tensión, hasta el silencio contiene algo para ser lo que es.
La quietud es sólo explosión postergada y la luz es tiniebla hibernando hambrienta.
Cuaja el rocío poniendo al agua en tensión, los átomos son hongos mortales contenidos, las sociedades son anarquía paciente y el sol es energía aprisionada por su propio poder.
Cada cabeza es un mundo tras los barrotes, cada corazón mil pasiones desenfrenadas obligadas a golpear histéricas y sistólicas.
Las "buenas apariencias" son muros implacables, la moral es un elocuente domador, es la duda una gran mano que retiene y la sociedad goza con ponernos bozales y grilletes para seguir conteniendo todo lo que contiene.
Pero está la noche y las sombras por donde se filtra tanto sin guardar, por donde fluye el universo libre, que con excusa del exceso explota, revienta y compensa "tanto sin soltarse" con "mucho rebalsar".
Están los escondites y recovecos, donde los amantes se dejan llevar. Y los clubes de jazz y las guitarreadas donde las normas métricas y armónicas se rompen contentas más allá del alba.
Hay tanta válvula de escape que permite a la pobre tensión estar. Que retiene cómodos a los tensados y deja a los libres explotar.

viernes, 11 de octubre de 2013

Escalas de tiempo


El tiempo nos enseña a no ser muy impulsivos y, aunque no siempre recordamos esa valiosa lección, a menudo, si somos capaces de percibirlo, nos damos cuenta que aprender a contener nuestro enojo o arrebato, nos ha salvado de cometer muchos errores.
Pensar en frío y buscar soluciones en lugar de sucumbir a la violencia (entendida en cualquiera de sus manifestaciones posibles) es sin duda algo de lo que a algunos nos cuesta más que ninguna otra cosa.
¿Pero cómo sosegarse ante atropellos mayores, ante indecibles faltas de respeto, ante traiciones y desencantos?
Al parecer el dicho "dar tiempo al tiempo" también funciona en escalas de tiempo más pequeñas. Contenerse unos segundos a menudo es suficiente para que algo se active en nuestro interior y nos devuelva un saludable rango de visión, al menos el suficiente para ver opciones y encontrar soluciones.
Saber esperar es un don que no todos recibimos pero que sin duda cada uno de nosotros debería desarrollar al máximo.
La indignación sucumbe ante una explicación adecuada de las situaciones que la provocaron, la violencia se puede sublimar para transformarse en expansión, en crecimiento y la ira que se contiene puede generar enormes cantidades de energía creadora y transformadora.
Cuéntanos Penélope, ¿qué se siente esperar tanto? a caso, ¿siempre vale la pena?.
Tomémonos nuestro tiempo, lo asumamos nuestro de una vez por todas, invirtamos más de él para desacelerar un poco a la humanidad que ha dejado de revolucionar a la misma velocidad que su planeta causándose por esto incontables síntomas totalmente visibles.
Respiremos, hagamos caso al metrónomo cósmico (o al menos al bit de nuestros latidos), nos quitemos la vendas y aprendamos a utilizar adecuadamente toda esa energía que se despierta, a veces por las razones equivocadas. 

sábado, 5 de octubre de 2013

Corregir Vs. Tachar

Pasa que a veces nos confrontamos sólo por confrontarnos. Como si de pronto pareciera que estamos perdiendo esa capacidad de mostrarnos en contra de algo y nos estrellamos contra cualquier cosa sólo porque vemos la oportunidad absurda de hacerlo.
Pasa que a veces somos víctimas de ese deseo despierto en otra persona. Como el amigo ebrio que insiste en hacer prevalecer su punto de vista sin que haya nadie que se lo ponga en duda.
Pasa a menudo que esta manía se nos vuelve hobby. Que de pronto el mundo se nos vuelve una tortura de pequeñas espinitas a las que creemos que debemos confrontar. De pronto la vida entera tiene demasiadas cosas que "arreglar" y sin darnos cuenta nos convertimos en seres amargados que somos capaces de ver cosas negativas en todo lado - y no es que no hayan cosas mal hechas en todo lado - sino que a veces debemos recordar que es mejor ser capaces de convivir con ellas mientras no nos caigan encima.
Y pronto las cosas mal hechas son sustituidas por personas "mal hechas" y nos volvemos abuelas de pueblo, aseñoradas señoronas de salón de té y peluquería, adolescentes inseguras, intelectualoides que gozan con su recién desarrollada capacidad de construir ironías, etc. Criticar por puro impulso y sin medida tampoco está bien, y aunque afirmar esto puede sonar mucho a una especie de llamado a "conformarse", a creer que todo ya está así y que no hay nada que hacer, debemos buscar ese equilibrio que no cree perturbaciones mayores por la simple inquietud de "reparar" cosas de menor importancia.
Nuestro crecimiento se detiene si las correcciones que intentamos hacer en nosotros (o las demás personas intentan hacer en nuestros imperfectos seres) son tan profundas que empiezan a doblegar nuestros espíritus. Si en un determinado momento, frente al espejo, me miro más como un cúmulo de errores que como un ser humano con virtudes, es más que obvio que corro el riesgo de desmoronarme y renunciar a mis dones para luego abandonarme inevitablemente. Es que nadie desea vivir atormentado por sus propias faltas y no se trata de negarlas sino de evitar ahogarse en ellas.
Pasa que en realidad el mundo es como uno lo percibe y si aprende a ponerle más atención a un tipo de cosas que a otras poco a poco esas se vuelven cada vez más presentes (insisto en que no se trata de hacerse de la vista gorda) sino simplemente desarrollar nuestra tolerancia sin convertirnos en corderos.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Menos Domingos y Feriados

Cuando se ponen en conflicto nuestro bienestar personal y nuestros compromisos, a menudo somos capaces de buscar recovecos que nos permitan priorizar justificadamente nuestro bienestar.
Así, por la fuerza del instinto de supervivencia (llámese egoísmo natural), somos capaces de abandonarlo todo: los compromisos, a los amigos, a la pareja, etc. Pero no sólo el abandono es traición, el olvido y las innumerables omisiones que cometemos son parte de este comportamiento cotidiano tan desagradable.
No aceptar que existen personas mas capaces que nosotros para una actividad o trabajo determinado es también parte de esta maraña de deslealtades comunes y cada vez más aceptadas.
Con este tipo de reflexiones es que comenzó una investigación que daría finalmente como resultado la obra "menos domingos y feriados" en la que además se aprovecha para indagar la injerencia del sistema global en este fenómeno creciente de pérdida de valores tales como el honor.
Junto a un importante grupo de personas, se fueron proponiendo imágenes e ideas para conseguir un producto final que nos ha traído buenas satisfacciones.
A todos ellos va dedicado este post así como la "mención honrosa" recibida por la dirección de esta propuesta teatral. Se trata de un reforzador adecuado, suficiente para saber que el trabajo va en buen camino pero que falta mucho por delante.