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domingo, 2 de marzo de 2014

Carnavales


El agua va destiñendo misturas y serpentinas, algunas personas aun se miran a sí mismas con sorpresa sin terminar de comprender su extraño extravío, su breve iluminación hecha de excesos, su incomprensible rendición a sus bajas pasiones.

Las bandas siguen sonando, entre luto y festejo, entre llanto y borrachera. Miles de consecuencias se desencadenaron sin avisar, tragedia tras tragedia se agolparon para perderse en esta intensa amalgama impredecible.
Las masas se volcaron al derroche, la libertad mas que tapar bocas nos ensordece selectivamente de las bocas añejas de las viejas beatas que insisten en jugar detrás de los biombos, como si nadie se diera cuenta de lo que se puede hacer por debajo de las telas que nos cubren.
Prefiero no participar de la farsa, prefiero evitar la hipocresía. ¿Cómo mostrarme hoy más como parte de los excesos si me los permito abiertamente cualquier día del año?, dejemos que los demás se oscurezcan un poco, que liberen al menos por unas horas lo que no debería tener amarrado en sus sótanos. Los dejemos solos para no criticar tanto su hipócrita "pérdida" de los estribos.
Nadie escucha las reflexiones, todos se encandilan con los excesos que decidieron dejar de lado para ser ciudadanos ejemplares - o al menos aceptables. Durante esta semana el carnaval es el protagonista, con sus íconos, sus permisiones, sus antifaces hechos del pellejo real que el resto de los días se procura esconder.
Es domingo, el diablo debe andar suelto haciendo de las nuestras, recordándonos todo lo que pretenderemos negar o esconder. El placer se derrama de las mesas y las camas, de los mercados y las cantinas. Está en las calles dispuesto a que lo tomes por racimos. Y ahí te ves bailando húmedo y feliz, queriendo convencerte de que no te causarás remordimientos esta vez.

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