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miércoles, 19 de marzo de 2014

Sospechosa oscuridad

El concepto del negro como ausencia de luz, nos hace notar los matices de las sombras en la oscuridad.
Suena tal vez como esto de llover sobre mojado, pero en realidad hablamos también de los círculos viciosos e infinitos, de las espirales que succionan hacia abajo incluso después de tocar fondo. (Mareo y vértigo. Descanso de dejarse vencer, de dejarse llevar).
En este zigzagueante camino cuesta abajo, se puede encontrar gradas, ascensores (que descienden), cuerdas de bungee, paracaídas y alas delta. Pero también hay bruscos toboganes empinados y polainas de plomo. Rastreras serpientes que no soportan a sus antagónicas escaleras en este tablero que toca andar.
El concepto de negro como sumatoria de tintes, nos permite apreciar el peso de la saturación. Puede sonar a romper el límite de lo soportable: sourmenage, burnout, desespero, desasosiego, nausea y calambre de ajayu. Como sea, pareciera que ninguna humedad es suficiente y la lluvia persiste en recordarnos la sequía interna remojándonos hasta el hartazgo sin que se sientan cambios al interior.
No sólo la luz crepita ante el poder de la gravedad. Lo hace también el silencio, lo hace también la oscuridad.
Algo así como un determinismo nefasto, sacado de la peor maldición gitana, ¿puede ganar tanta masa para convertirse en un agujero negro insaciable que sabe como esperar?. Como un oscuro sol de neutrones que gira como faro pero que sólo sirve para desolar.
Esta intermitencia podría en realidad ser una constante. Como ese destino del que tanto se habla y que a veces se procura negar.




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