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jueves, 18 de septiembre de 2014

Insano

"Get the Ludes! I am not dying sober!."
(El lobo de Wall Street - Jordan Belfort)

Hace unos minutos leí un artículo que dice que la soledad, la culpa, la tristeza, la ansiedad o la angustia son más perjudiciales para la salud que el alcohol, la mala alimentación, el tabaco u otras drogas.
Parece que cuidarse no es suficiente y a veces, tanto temor a la muerte y otras naturales consecuencias de una vida bien vivida, pueden causarnos culpa y otros daños a la salud mucho más perjudiciales que nuestros "malos hábitos". 
Morir un poco antes o un poco después creo que no hace una diferencia muy grande, en especial en aquellos que, de todas formas, no suelen vivir intensamente.
Al final, dicen que lo bailado nadie te lo podrá quitar y depende de cada uno cuánto aprovecha la fiesta.
Al cuidar demasiado nuestra vida olvidamos a menudo lo importante que es "gastarla" o invertirla - si prefieren - disfrutarla ¿suena mejor?; consumirla en grandes pitadas y exhalarla tirando enormes bocanadas que se desvanecerán (como todo y todos, indefectiblemente). Se me ocurre algo así como un ahorro que se pierde al momento de dejar el banco.
Alguien nos dice entonces que al menos, tomemos en cuenta la falta que haremos a otros si dejamos de estar. Pero pensemos: si esos otros vivieran sus propias vidas, nuestra desaparición no sería tan nefasta. 
Sé que no tengo hijos que dependan de mi directamente y eso me facilita decir todo esto. 
Quien sabe y lo evité justamente porque al querer disfrutarlos como parte de mi existencia me obligaría a adoptar costumbres con dietas adecuadas y hábitos sanos. O quizás no; y dejaría a esas criaturas en manos del mundo para que vivan cosas que yo no viví; porque de pequeño, a mí, me tocó acostumbrarme a mimos y comodidades que me debilitaron progresivamente, que me hicieron dependiente como a la gran mayoría de nosotros. ¿Quién sabe cómo sería?, prefiero no desgastarme en incómodas suposiciones que me alejan del punto que tocábamos en estas líneas, porque también podría ser que me alejaría para no dañarlos siendo como soy, o por último no permitiría que jamás se alejen de mí, dañándolos irremediablemente hasta quedar esperando que al final, sean como la demás gente espera ser.
Más allá de saber si los "malos vicios" son menos nocivos que la abstinencia y sus consecuencias nefastas en algunos seres humanos que los consumen para evitar los malestares que les causa el mundo, creo poder afirmar que, al menos en mi caso particular, son menos perjudiciales.
Pero a lo dicho, cada quien sabrá eso, sólo viviendo como mejor le parece. Pensándolo bien, las calles serían más horribles y vacías los domingos si todos preferiríamos un trasnoche de sábado a una saludable mañana trotando en el parque.