En facebook

martes, 5 de julio de 2016

Juegos de azar

Los ojos se opacan para que nadie pueda ver nuestra mano reflejada en ellos. Las cartas no mienten pero nosotros si. La tensión crece, las apuestas inician y uno debe decidir si vale la pena invertir en esta ronda o esperar una mano mejor y más confiable.
El sudor se condensa microscópicamente entre los poros pero se contiene simulando tranquilidad. Nada peor que delatarse a esta altura del juego que no sabemos si siempre fue juego o si en algún momento era algo mas.
Entonces intuimos la mano de la otra persona y lentamente se transparentan sus naipes. Hemos conseguido la ventaja pero a menudo no queremos ganar porque el juego es lo importante, la diversión, la adrenalina o la simple posibilidad de gozar siendo compasivos y entender que hay personas que necesitan más que nosotros esas fichas sin importar de dónde o de quién provengan.
Pero pronto somos la víctima otra vez. Traicionados por esa empatía, los desnudos somos nosotros y nos resignamos a ser fulminados en la partida. Así perdemos ficha tras ficha, juego tras juego, mesa tras mesa hasta que nos sacan del casino a empujones.
Luego nos tiramos en un parque silencioso esperando que una alineación correcta de los astros permita que deje de ser necesaria tanta inútil jugarreta y así la suerte este por fin de nuestro lado.

No hay comentarios: