
Si creces demasiado me dará miedo perderte. Si te perdono me angustiará el rechazar mi propia inteligencia y si te dejo ir me podría arrepentir cuando esté muriendo sólo en algún cuarto lleno de papeles con dibujos y gabatos que se asemejen a historias de fantasmas.
¿Cómo darte mi opinión de lo que debería hacerse si prefiero no decidir para evitar la culpa de la decisión equivocada?
Decide tu, creciendo dentro de ti, si te conviene aceptar las condiciones de un alma perturbada como la mía. ¿Estas dispuesta a cerrar tus puertas, a espantar a mis fantasmas sin dar un solo paso atrás para no volverme a lastimar?, para evitar que me vuelva a convertir en el licántropo que destruye todo a cuanto le dice.
Mi boca tiene un toque de Rey Midas, el peso de lo que dice siempre podrá ser demasiado.
¿Cómo saber el camino para convencerme de tu carencia de antifaces?, ¿cómo saber la acción que convenga para despojarme de mi crueldad?
Soy éter y cualquier arremolinamiento de arena me quita altura, me vuelve menos, me quiebra, me perfora, me rebaja y estoy harto de andar por el suelo o por debajo de él como anduve ya en mi pasado.
No me pidas que decida que hacer porque será el tiempo quien te regrese a tu lugar de princesa o me de el valor para dejarte ir sin escuchar mas tus lamentaciones por los errores que pudiste evitar.
Como sea uno debe darse cuenta que hay personas que se repiten en nuestras vidas que regularmente sólo saben causar desazones, desequilibrios y problemas; cuando reconocemos a estos personajes podemos darnos cuenta que no nos hacen bien y aunque pareciera que necesitamos de ellos, es mejor dejarlos ir por completo. “Tal vez no hoy, tal vez no pronto”, pero es mejor así…