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lunes, 22 de abril de 2013

El Aparapita de Mondaca Teatro

David Mondaca llega al IX Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz de la Sierra festejando sus 40 años de trayectoria con la obra "Aparapita" que pretende nuevamente despertar en el espectador esa necesidad de sumergirse en el universo infinito de Jaime Saenz, esta vez desde el sublime Felipe Delgado (en realidad desde un fragmento de esa descomunal obra).
Nuevamente Mondaca retumba y brilla en escena, esta vez acompañado por varios actores de los que es importante rescatar la presencia de Maria Teresa Alcoreza, cuya personificación de Román Peña (si no me equivoco) se suma al juego propuesto por Claudia Andrade en el que se identifican varios signos que se hacen accesibles a los que hemos tenido contacto con las estéticas, colores y texturas de Saenz, La Paz y las culturas que los habitan y habitaron.
La lectura que realizan de el aparapita, es comparable a la visión que se tiene de la ciudad de La Paz, llena de parches y remiendos que unen y sobreponen mundos y micro-universos con un zurcir y coser infinito y cada vez mas en desuso en un mundo cada vez mas recluido a la tendencia del desecho en todos los niveles.
Un nuevo atisbo al descomunal mundo de Saenz es el que se nos ofrece en esta propuesta, una mirada que sin restar o negar la oscuridad del autor lo descubre como popular y accesible a tiempo que nos recuerda la imperiosa necesidad de leer a nuestros autores nacionales.
Todos cargamos algo en las espaldas y esto podría alimentar ese concepto que gira en torno al fantástico personaje del aparapita saenciano que Mondaca Teatro nos ofreció girando entre Illimanis, callejones, alcohol y claroscuros.

César Angel

"César Angel", la obra de Urdapilleta/Cibrián presentada en el marco de la programación off del IX Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz de la Sierra, dirigida por Alejandro Molina e interpretada por Carlos Guzmán Vedia es una propuesta en formato breve donde la limitación espacial impuesta al actor le permite explorar varias posibilidades con habilidad.
La obra se desarrolla y fluye organicamente mientras la gestualidad, bien lograda por Guzmán, refuerza lo que se dice en un texto coherente cuyo trasfondo temático se aprovecha mejor no poniéndolo fuertemente en evidencia o manejándolo con sutileza y elegancia evitando la broma fácil o el cliché.
No es sencillo pasearse y correr por una enorme mansión amarrado a un pilar y es necesario un trabajo disciplinado, bien dirigido y abierto a posibilidades diferentes para conseguir lo conseguido en la propuesta de proyecto Bufo.
En fin, se trata de un trabajo sencillo, sin mayores pretensiones y logrado armónicamente evitando saturarse de elementos innecesarios o complicaciones técnicas, situación que le da la suficiente versatilidad para poder presentarse en un espacio alternativo como Pueblo Bochinche o en un escenario que preferentemente debe permitir ese tipo de intimidad y complicidad obtenidas en la función a la que asistimos.

Fotografía: Bia Mendez Peña

sábado, 20 de abril de 2013

Hamlet de los Andes en Santa Cruz

Una luz, verde e intermitente, golpeaba el rostro de la actriz cuando el primer texto de la obra ya había sido dicho. Una persona en las primeras filas sufría un ataque de tos y los celulares sonaban de manera aleatoria en diferentes lugares de la sala. Esas son mis primeras apreciaciones de la presentación de "Hamlet de los Andes" en el marco del IX Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz de la Sierra.
Pero, por supuesto al nivel de lo que se esperaba de ellos, los actores contuvieron el inicio del espectáculo para hacer una severa llamada de atención a un público por demás insolente y luego proseguir con la propuesta en la que se ponen nuevamente en manifiesto todas las cualidades artísticas de este grupo, dirigido en esta ocasión por Diego Aramburo.
La obra, contundente y certera, se circunscribe adecuadamente en varias dimensiones diferentes y explora nuevas estéticas y discursos no vistos antes en las propuestas del grupo; cambios que a su vez, son en sí mismos, un concepto entero (tiempo/espacio) que los lleva a la cuestión principal: ser o no ser.
Se ponen cada vez más en evidencia las capacidades interpretativas de Guimaraes, Achirico y Callejas que se desenvuelven perfectamente de imagen en imagen y de texto en texto, hasta desvestirse y desvestir sociedades reflejándose momentáneamente atascados en el dintel de una puerta, para luego fluir nuevamente en la historia de Hamlet, su historia.
El equilibrio y la tensión son dos aspectos fundamentales en la propuesta, a mi modo de ver, características tan difíciles de alcanzar pero conseguidas con maestría. 
Es que conseguir un punto intermedio entre la estética conocida de Los Andes y la progresista propuesta de Aramburo de seguro no fue algo sencillo y es, justamente en este sentido, que el todo construido aquí se nota compacto y afianzado fuertemente por la experiencia y madurez artística de cada componente de la propuesta.
Hamlet de los Andes, se reescribe desde algunos de los elementos del clásico de Shakespeare desechando otras facetas de la obra original, permitiendo así, mayor claridad en la dirección de las imágenes y el discurso que el elenco pretendía compartir hacia el público - y también hacia el interior. La presencia/ausencia del padre, la traición y otros elementos que emergieron (como el ahogo que provoca el contener el llanto), el abandono y la locura, son parte de esta tensión permanente que se puede leer no sólo en el desarrollo de los 75 minutos de la obra sino también entre lineas.
Contundente, equilibrada, certera y en tensión dinámica, Hamlet de los Andes circunscribe su historia a la historia del clásico anglosajón, a su modo y no tan a su modo pero siempre con la calidad y la belleza que consiguen gracias a su experiencia, disciplina, compromiso y constancia con el arte de las tablas.


Fotografía: http://www.teatrolosandes.com/archivos/foto78.jpg