Tras los festejos

Cuando el tiempo va pasando, muchas personas (no se puede decir que todas) aprenden a leer entrelineas. Cada cosa adquiere nuevos tintes, nuevas gamas, es como si la vista mejorara y nos permitiera identificar cada vez mas combinaciones posibles de colores, tonos mas oscuros y claros; se descubren luego los tonos pastel y así uno aprende a darse cuenta que no todo es sólo en blanco y negro y que ante cada color existen mil combinaciones posibles.

Regularmente vi siempre mi cumpleaños como si se tratase de algo oscuro, me deprimía y por lo general no llegaba a disfrutarlo como se debía. Este año no fue la gran excepción pero me di cuenta que puedo encontrar distintos contrastes dentro de esa oscuridad; anduve de un lugar a otro con la gente que realmente se que me quiere pero poco a poco se fueron derramando en el camino dejándome con la gente que ha ido entrando en mi vida o con aquellas personas que regresan después de tanto tiempo. Las últimas horas del día las pasé sólo encerrado en mi cuarto y renegando por esta maldición de ser como soy, pero luego me permití alegrarme viendo que los que están lejos o los que dudaron de encontrarme ese día también se manifestaron. Que virtual pareciera volverse la distancia ante los celulares y la internet, sin embargo uno no deja de pensar en los abrazos y en el tacto más allá de la sensación dactilar de una tecla siendo presionada o de uno de esos mouses tan anatómicamente diseñados.