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martes, 24 de diciembre de 2013

Otra navidad

La gente va de aquí para allá, todos apurados, comprando, ganando y gastando. La velocidad los frustra, los centavos los frustran, hasta el papel de regalo los frustra y después se desahogan llegando a casa y sin querer, cada uno suma sus frustraciones al ambiente que durante todo el año había estado buscando recuperar el equilibrio roto por la navidad anterior.
La gente va de aquí para allá, llevando y trayendo objetos que compraron con el dinero que ganaron, y sufren al desprenderse de ellos (supuestamente sin esperar nada a cambio). Pero reciben algo y luego se frustran porque no es lo que ellos mismos pudieron comprarse con el dinero que gastaron consiguiendo un regalo. Pero además deben callarse, sonreír y mostrarse agradecidos pese a su evidente frustración.
Algunos, los pocos, realmente saben agradecer lo poco que les llega (o lo mucho que tienen). Algunos, los pocos, no se frustran tanto porque a ellos les llegó lo que querían y porque además no saben ver que sólo a ellos les pasó eso. 
A mi me frustra tanta diferencia. Una bolsa de soldaditos de plástico y una canica antes eran más que suficientes. Ahora dudo mucho que lo sean. Y me frustra más no estar tan viejo como para poder justificar este cambio.
La gente se amontona, se aglomera, se sonríe y se regala tantos buenos deseos mutuamente. Pero sus cabezas están en otro lado y nadie puede decir nada porque en esta época del año todo tiene que salir bien, todo debe estar en armonía. Qué irónico, en "armonía", en estas fechas cuando lo que más se acentúan son tantas disonancias.

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