
Este problema lo arrastro desde hace bastante tiempo. No se la razón que pueda vincular a una persona a este tipo de embrollos y desbarajustes informativos creados sin duda por algún tipo de mala intención.
La gente a la que se le acusará de decir o no decir algo es seleccionada tal vez por su aroma, no lo se, la forma de mirar, el imperceptible error que tiene al pronunciar las eres tal vez. Como sea el castigo de la difamación y la infamia suele convertirnos nuevamente en lobos, pese a que humildemente nos estábamos dedicando a lamer sandalias como aquel de Gubia que acompañaba al santo de Asis.
Al final, uno no sabe si pedir disculpas por lo que no dijo o insistir vanamente que alguien crea que no dijiste nada.
Parece obvio que si los demás son capaces de creer que hablaste mal de ellos, pierden la capacidad de pensar siquiera en la posibilidad de que alguien - que no seas tu - les haya mentido al respecto.
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