
Los cohetes alejan lo malo, las cenizas quedarán para mañana y los colores de globos, misturas y serpentinas son una especie de bienvenida a días mejores, a sensaciones mas continuas de bienestar.
Aspiro profundamente los inciensos, las rojas brazas lo consumen todo, esperemos que puedan también llevarse tanta desazón (no sólo la mía).
Entre el humo se tejen miles de rostros, se escriben hacia el cielo líneas infinitas, como cartas interminables pidiendo deseos, pretendiendo sólo lo que se sabe merecer.
Este martes no es como otras épocas del año, como esas en las que uno desea más y mas cosas sin importar si las merece o lucha por ellas. Es como si, sólo por este día, el hombre se daría cuenta que es suficiente lo que tiene y pide sólo que estas cosas le duren lo suficiente para seguir avanzando.
Mañana termina este desenfreno, mañana se regresa la tranquilidad poco a poco, la realidad a penas difuminada por el humo será nuevamente clara a partir de mañana; mañana habrá un mañana pendiente y habrá que volver a empezar a tomar decisiones.
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