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jueves, 12 de julio de 2012

Errare humanum est

" - Cual es la mejor manera de ocultar algo?
- Primero haz que todos crean que siempre mientes, y luego, di abiertamente la verdad."

Cuando uno ha sacado demasiados esqueletos del closet, se hace difícil para los demás creer que se han sacado todos. Pocas personas han intentado comprender en realidad la dinámica y raíces de la desconfianza entre los seres humanos.
"Hazte de fama y échate en cama" - dicen por ahí - y eso funciona para lo bueno y para lo malo. Difícilmente la gente confía en ex convictos o en ex adictos sin saber, que esa misma desconfianza es la que provoca que estas personas, que intentan reinsertarse en la sociedad, terminen reincidiendo en esas conductas que pretendían superar. Es en base al mismo principio que sabemos que es más fácil disculpar descuidos de personas que regularmente suelen ser responsables o tienen esa "fama" al menos.
¿Cómo pretender que la gente crea en nosotros? siendo lógicos ¿cómo juzgar a quien nos juzga?. Es tan difícil aceptar los brotes de sinceridad de algunas personas; es terriblemente fácil sentir que nos decepcionan y estar hasta seguros de ello aunque el sesgo entre lo real y lo imaginario se haga a veces imperceptiblemente grande.
Muy duro trabajo tienen las personas que procuran recuperar nuestra confianza, más aun cuando hay tanto fantasma suelto haciendo caer cosas alrededor y creando interferencias. Pero a veces, debajo de las sábanas no hay mas que aire y esos temores se pierden frente al uso de la razón y la lógica.
Aceptemos de una vez las imperfecciones de los demás. Es importante ser razonables, entender los vectores comprometidos, las intrincadas dinámicas del equívoco; sus razones, sus sinrazones, su fuente a veces vinculada a el deseo paradójico de no fallar.
En las miradas se aprecian cosas que las palabras a veces postergan, omiten, olvidan o yerran tan inoportunamente. Es cuestión de indagar y cuestionarse pero nunca más allá de la respuesta que a veces está frente a nuestras propias narices y simplemente no estamos pudiendo verla a causa de nuestras propias conjeturas equivocadas.

La imagen pertenece -  por supuesto - al gran Quino

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