Las cosas no están donde creemos, ni siquiera son más que las pretensiones que tuvimos de ellas. "El amor es dar lo que no se tiene a alguien que no es" sentenció hace tiempo uno de los más grandes estudiosos de la psique humana: Jacqes Lacán. Y no sólo en lo amoroso se repite este síndrome de ver lo que no es en alguien que ni estaba ahí.
Las pretensiones humanas se abochornan con las manos contra el rostro en los recovecos de las calles donde cayeron por su propio peso; los golpes recibidos por las desazones duelen mas en los egos de los creyentes, de los inocentes y cándidos crédulos; duelen más en el orgullo que en la realidad externa consecuente.
"El que se sube más arriba, de más alto cae" le dije hace poco a una amiga haciendo alusión a la cobardía del que trepa escapando de alguna realidad inevitable. Recordaba luego la sabiduría de la música popular que dice que hay que volar bajo porque abajo está la verdad y sonreía dándome cuenta que mi propio estrabismo me estaba impidiendo reconsiderar mi rumbo y dirigirme de frente hacia donde apuntan tantos fríos. Ay!, cálida autolamentación paralizante y adictiva.
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