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lunes, 13 de febrero de 2012

Transparencia

A menudo la verdad espanta y entonces ser sincero y transparente cuesta mucho trabajo. Entonces creemos que el silencio no es mentira y confundimos el no decir la verdad con ser sinceros.
El temor a ser juzgados, a las represalias a veces nos encarcelan en nuestra propia cobardía y así, de a poco, la hipocresía se vuelve algo natural.
Y en ocasiones, ese temor al castigo, es sólo parte de una fantasía y renunciamos a una bendición por temor a que fuese un reproche.
Los seres menores no gobiernan sobre sus actos y decisiones y prefieren los escondrijos, subterfugios y artimañas al sincero acto de liberación que significa enfrentar a la verdad con el pecho hinchado. Y es que no todo lo que hacemos nos enorgullece, aunque a veces son sólo nuestras dudas y la falsa condescendencia las que no nos permiten apreciar nuestros actos.
El que mintió una vez, es capaz de hacerlo nuevamente - aunque la víctima del engaño no sea la misma - y ese repetirse en antivalores se hace al final un hábito que sólo a través de verdaderas revoluciones que incluyen entrega, compromiso y ante todo un serio trabajo de transparencia se logra quebrar.
También se miente por omisión y hay más de una forma de faltar al respeto y devaluar a los seres que nos rodean. El temor no es justificativo para el silencio y lo menos que le debemos a nuestros paralelos históricos es el respeto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

... :O gracias por compartir! justo lo q necesitaba leer :)

Alejandro González Romero dijo...

Es bueno saber que se comprende.