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jueves, 15 de marzo de 2012

Sobre el XI Congreso Internacional de Críticos de Arte

Bajo la dirección de Walter Velázquez, el actor Gonzalo Alfonsín nos ofrece una obra en la que desfilan varios personajes que se ponen en riesgo a momento de interactuar profundamente con el público pero que no pierden su coherencia casi nunca, convirtiéndose en pilares de este “XI congreso internacional de críticos de arte”.
Con una escenografía que no necesita justificación por ser el detonante mismo (o al menos la excusa) para la entrada de cada uno de los personajes, la propuesta fluye aprovechando al máximo lo parodiable de los estereotipos extranjeros explotando la gran versatilidad y habilidad de Alfonsín para imitar acentos y prestarle un cuerpo y una actitud diferentes a los más de siete personajes que invaden la escena convocados para hablar sobre el cuadro “Rojo-amarillo-azul” de Kandinsky que los espera en escena.
Sin más artilugios, que unos pocos elementos que colaboran perfectamente en la caracterización de los diferentes personajes, el actor maneja y dosifica correctamente la gestualidad y la voz para acentuar las diferencias entre ellos y pasando de un estado a otro sin complicaciones.
El ritmo mantiene atento al público, teniendo sus cúspides en las interacciones con éste gracias a la habilidad de improvisación del actor, y la relación entre el tiempo real y el tiempo subjetivo sale a favor de la propuesta, pues no se percibe por demás extensa pese a su duración real (considerable tomando en cuenta de que se trata de un unipersonal).
Las excentricidades de los personajes se ponen en juego como parte de esta parodia que únicamente tiene un bache, irónicamente, en el personaje argentino (nacionalidad del actor) que tal vez no encontró eco en nuestro medio por tratarse de un homenaje a Federico Klemm – crítico de arte fallecido en el año 2003 – cuya universalidad podría haberse tomado simplemente desde el imaginario exterior que crea el estereotipo del gaucho o el porteño tan usados y difundidos.
Como quiera que sea y en resumen, la propuesta satisface, complace y divierte haciendo homenaje a Chaplin y su “gran dictador” en el personaje del crítico Alemán de apellido Volkswagen y reflejando la influencia y colaboración de Ana Prieto en su personaje chilango.
La obra presentada en “La Quimba Cultural” de calle Grau casi esquina Avaroa, no tuvo inconvenientes con lo reducido del espacio (así como no los tiene la gente del lugar, para ofrecer su escenario a los artistas que así lo solicitan) y nos permitió disfrutar de la actuación de Alfonsín en un ambiente íntimo dejándonos finalmente complacidos con un muy agradable espectáculo teatral.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un genio Alfonsín, además de ser un gran actor, es un gran profesor.

Damian