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jueves, 21 de noviembre de 2013

Así nos callamos


Soñé que gritaba, y me gritaban.
Pensando que no gritaba con ellos,
ellos me gritaban.
Pero yo gritaba con ellos,
le gritaba a lo mismo.
Pero ellos dejaron de gritarle a eso
para gritarme a mí pensando que yo les gritaba.
Y a gritos me callaron,
y se gritaron entre ellos
justo cuando estábamos escuchando
lo que gritábamos,
antesitos de que me callaran.
Y al final, se hizo silencio.

viernes, 25 de octubre de 2013

Ingratitud

Dicen que sonreía al abrir las fauces,
que su rostro pacífico no era real,
que su mirada parecía no albergar males,
pero mordía siempre sin avisar.

Contaba sólo los favores hechos
no lo que otros hicieron por él
su luminoso ego se fue por los techos
y se quedó solito con su pastel.

Triste conducta tan impulsiva,
morder hambriento sin saber ver.
Crecer - dicen - es  parte de la vida

como extraviarse, como perder.
No es necesario procurar heridas
demostrando cuánto creemos valer.


miércoles, 16 de octubre de 2013

Palabras desbordantes

Todo se mantiene en tensión, hasta el silencio contiene algo para ser lo que es.
La quietud es sólo explosión postergada y la luz es tiniebla hibernando hambrienta.
Cuaja el rocío poniendo al agua en tensión, los átomos son hongos mortales contenidos, las sociedades son anarquía paciente y el sol es energía aprisionada por su propio poder.
Cada cabeza es un mundo tras los barrotes, cada corazón mil pasiones desenfrenadas obligadas a golpear histéricas y sistólicas.
Las "buenas apariencias" son muros implacables, la moral es un elocuente domador, es la duda una gran mano que retiene y la sociedad goza con ponernos bozales y grilletes para seguir conteniendo todo lo que contiene.
Pero está la noche y las sombras por donde se filtra tanto sin guardar, por donde fluye el universo libre, que con excusa del exceso explota, revienta y compensa "tanto sin soltarse" con "mucho rebalsar".
Están los escondites y recovecos, donde los amantes se dejan llevar. Y los clubes de jazz y las guitarreadas donde las normas métricas y armónicas se rompen contentas más allá del alba.
Hay tanta válvula de escape que permite a la pobre tensión estar. Que retiene cómodos a los tensados y deja a los libres explotar.

viernes, 11 de octubre de 2013

Escalas de tiempo


El tiempo nos enseña a no ser muy impulsivos y, aunque no siempre recordamos esa valiosa lección, a menudo, si somos capaces de percibirlo, nos damos cuenta que aprender a contener nuestro enojo o arrebato, nos ha salvado de cometer muchos errores.
Pensar en frío y buscar soluciones en lugar de sucumbir a la violencia (entendida en cualquiera de sus manifestaciones posibles) es sin duda algo de lo que a algunos nos cuesta más que ninguna otra cosa.
¿Pero cómo sosegarse ante atropellos mayores, ante indecibles faltas de respeto, ante traiciones y desencantos?
Al parecer el dicho "dar tiempo al tiempo" también funciona en escalas de tiempo más pequeñas. Contenerse unos segundos a menudo es suficiente para que algo se active en nuestro interior y nos devuelva un saludable rango de visión, al menos el suficiente para ver opciones y encontrar soluciones.
Saber esperar es un don que no todos recibimos pero que sin duda cada uno de nosotros debería desarrollar al máximo.
La indignación sucumbe ante una explicación adecuada de las situaciones que la provocaron, la violencia se puede sublimar para transformarse en expansión, en crecimiento y la ira que se contiene puede generar enormes cantidades de energía creadora y transformadora.
Cuéntanos Penélope, ¿qué se siente esperar tanto? a caso, ¿siempre vale la pena?.
Tomémonos nuestro tiempo, lo asumamos nuestro de una vez por todas, invirtamos más de él para desacelerar un poco a la humanidad que ha dejado de revolucionar a la misma velocidad que su planeta causándose por esto incontables síntomas totalmente visibles.
Respiremos, hagamos caso al metrónomo cósmico (o al menos al bit de nuestros latidos), nos quitemos la vendas y aprendamos a utilizar adecuadamente toda esa energía que se despierta, a veces por las razones equivocadas. 

sábado, 5 de octubre de 2013

Corregir Vs. Tachar

Pasa que a veces nos confrontamos sólo por confrontarnos. Como si de pronto pareciera que estamos perdiendo esa capacidad de mostrarnos en contra de algo y nos estrellamos contra cualquier cosa sólo porque vemos la oportunidad absurda de hacerlo.
Pasa que a veces somos víctimas de ese deseo despierto en otra persona. Como el amigo ebrio que insiste en hacer prevalecer su punto de vista sin que haya nadie que se lo ponga en duda.
Pasa a menudo que esta manía se nos vuelve hobby. Que de pronto el mundo se nos vuelve una tortura de pequeñas espinitas a las que creemos que debemos confrontar. De pronto la vida entera tiene demasiadas cosas que "arreglar" y sin darnos cuenta nos convertimos en seres amargados que somos capaces de ver cosas negativas en todo lado - y no es que no hayan cosas mal hechas en todo lado - sino que a veces debemos recordar que es mejor ser capaces de convivir con ellas mientras no nos caigan encima.
Y pronto las cosas mal hechas son sustituidas por personas "mal hechas" y nos volvemos abuelas de pueblo, aseñoradas señoronas de salón de té y peluquería, adolescentes inseguras, intelectualoides que gozan con su recién desarrollada capacidad de construir ironías, etc. Criticar por puro impulso y sin medida tampoco está bien, y aunque afirmar esto puede sonar mucho a una especie de llamado a "conformarse", a creer que todo ya está así y que no hay nada que hacer, debemos buscar ese equilibrio que no cree perturbaciones mayores por la simple inquietud de "reparar" cosas de menor importancia.
Nuestro crecimiento se detiene si las correcciones que intentamos hacer en nosotros (o las demás personas intentan hacer en nuestros imperfectos seres) son tan profundas que empiezan a doblegar nuestros espíritus. Si en un determinado momento, frente al espejo, me miro más como un cúmulo de errores que como un ser humano con virtudes, es más que obvio que corro el riesgo de desmoronarme y renunciar a mis dones para luego abandonarme inevitablemente. Es que nadie desea vivir atormentado por sus propias faltas y no se trata de negarlas sino de evitar ahogarse en ellas.
Pasa que en realidad el mundo es como uno lo percibe y si aprende a ponerle más atención a un tipo de cosas que a otras poco a poco esas se vuelven cada vez más presentes (insisto en que no se trata de hacerse de la vista gorda) sino simplemente desarrollar nuestra tolerancia sin convertirnos en corderos.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Menos Domingos y Feriados

Cuando se ponen en conflicto nuestro bienestar personal y nuestros compromisos, a menudo somos capaces de buscar recovecos que nos permitan priorizar justificadamente nuestro bienestar.
Así, por la fuerza del instinto de supervivencia (llámese egoísmo natural), somos capaces de abandonarlo todo: los compromisos, a los amigos, a la pareja, etc. Pero no sólo el abandono es traición, el olvido y las innumerables omisiones que cometemos son parte de este comportamiento cotidiano tan desagradable.
No aceptar que existen personas mas capaces que nosotros para una actividad o trabajo determinado es también parte de esta maraña de deslealtades comunes y cada vez más aceptadas.
Con este tipo de reflexiones es que comenzó una investigación que daría finalmente como resultado la obra "menos domingos y feriados" en la que además se aprovecha para indagar la injerencia del sistema global en este fenómeno creciente de pérdida de valores tales como el honor.
Junto a un importante grupo de personas, se fueron proponiendo imágenes e ideas para conseguir un producto final que nos ha traído buenas satisfacciones.
A todos ellos va dedicado este post así como la "mención honrosa" recibida por la dirección de esta propuesta teatral. Se trata de un reforzador adecuado, suficiente para saber que el trabajo va en buen camino pero que falta mucho por delante.


lunes, 19 de agosto de 2013

Luciénega

Nuevamente el mundo gritaba a su alrededor.
Desde todos los puntos cardinales, las voces imploraron cosas diferentes. Unas hablaron de libertad y otras pretendieron forzar existencia a toda costa. Como si la vida fuera un don y no un castigo, como si el mundo, actual, presente o pasado, fuera un privilegio y no un martirio que hubiera sido mejor evitar - pensó ella.
De derecha a izquierda se insultó, se denigró, se restó valor al pensamiento ajeno y se juzgó al que se había hecho de una opinión. De izquierda a derecha se ridiculizó al otro, se menospreció, se ignoró, se silenció...
Pareciera que es mejor aprender a quedarse en silencio, a dejarse llevar como una esfera sobre una tabla que se balancea de acuerdo a donde la empuja la pendiente - dijo para si - creo que es mejor librarse de la mirada inquisidora de los demás porque si uno abre la boca pierde la armadura, la invisibilidad; suele ser un error dejar el anonimato - concluyó.
Pero nuevamente el mundo gritó y ella no quiso escucharlo porque las voces son redes que se tejen y los ojos son patas puestas en un telar. ¿De dónde se aferra tan macabro entramado? - gritó aterrada al dejar de ser para seguir estando. 

Las luciérnagas, agotadas mueren sin dejar de alumbrar porque la luz, al parecer, también es un remo irrenunciable. 

domingo, 18 de agosto de 2013

De este lado del espejo

Una mosca verde, casi azul, está posada sobre un espejo y se acomoda las alas con las patas traseras.
Del otro lado de la habitación, él está tendido boca arriba víctima de su infortunio. El frasco yace vacío sobre el velador a lado de la cama junto al vaso vacío.
La mosca en el espejo se contempla segura y se pasa las patas delanteras por la cabeza acicalándose despreocupada.
El celular comienza a sonar incesante. Agonizando, su aullido es sustituido por un bip repetido que preludia su expirar tecnológico también insulso e inevitable.
Otra mosca se posa en el espejo. Es más pequeña pero tiene el mismo color de metal destemplado. Ambas se encuentran y copulan sintiéndose dueñas de un palacio. El cuarto es ahora un motel para dos. Sus formas se reflejan sensuales mientras se suscita su dulce apareo carente de rituales absurdos de cortejo.
Pronto, el subyugado se ofrece sobre la cama como un sitio turístico en temporada alta. 
La aun joven pareja sobrevuela la locación mientras el aroma despierta todos los instintos. 
La más grande desciende temerosa para probar las secreciones acumuladas en los poros de una mano y la más pequeña, llamada a cumplir su principal meta en la vida, se aventura a las fauces. Realizando importantes pruebas de seguridad entra y sale con una precaución natural, cuidadosa de no ser atrapada. Luego, confiada, se sumerge llena de vida, impaciente y presurosa.
La otra mosca retorna al espejo, dormirá ahí como duermen las moscas, incapaz de cerrar sus miles de ojos y destilando sus vapores en un grito químico.
Aun pequeñas, otras concubinas lo vendrán a buscar luego de su metamorfosis. Aun pequeños otros machos esperarán en las cortinas o las paredes porque ese cuerpo permitirá que un imperio entero surja pintando el cuarto entero de negro azulado o verduzco antes que alguien irrumpa por la puerta molesto por el olor.
El vaso seguirá vacío sobre la mesa junto al frasco de pastillas que no será suficiente prueba para la madre consternada que no dará crédito a la noticia. Posiblemente un forense, de entre millones, capture al anciano que aun se acicalaba frente al espejo que estará lleno de puntos fecales, para comprobar la presencia del químico letal en su abdomen resplandeciente de satisfacción y ahí se habrá perdido una existencia que un día, se considero, valiosa.


Cuento publicado en el blog del Grupo Literario Miércoles de Ceniza

domingo, 11 de agosto de 2013

Relámpagos cegadores


A veces las luces del escenario encandilan y uno corre el riesgo de provocarse una ceguera con los logros conseguidos a través del trabajo y la habilidad de ejecutar u organizar y de volverse incapaz de percibir los errores que sigue siendo capaz de cometer.
Uno corre el riesgo de sentirse correspondido en confianza y respeto cuando en verdad no es así y los desengaños son explosiones de motor que permiten volver a la realidad, recuperar la vista y percatarse de que todas las cosas que hace el hombre son perfectibles pero nunca completamente impecables.
No olvidemos que nunca son suficientes las simples "buenas intenciones" para hacer las cosas y que lo mejor es manejarse con cuidado sin descuidar detalles que pudieran vulnerar amistades, labores ajenas o respetos.
El ser humano es maleable y frágil a la vez, es imposible estar completamente consciente de todas las áreas que nos hacen ser quienes somos y por eso a menudo descuidamos algunas que creíamos tan seguras (sobre escena muy a menudo la humildad).
No debe ser fácil sentirse la única parte activa de una sociedad principalmente estática, debe ser duro cargar esa sensación de inmensa responsabilidad y percatarse que a menudo lo único que corona esos esfuerzos son ojos ceñidos y lenguas viperinas. Tal vez eso pueda provocar temores y hacernos sentir que las simples hojas que caen de los árboles como confeti festivo en nuestro honor, son alimañas que nos asechan impías. Porque sucede que entonces, apresuramos los ataques y cubrimos nuestro cuerpo de espinas para protegernos sin jamás haber tenido la certeza de saber si esas manos en verdad buscaban dañarnos y no acariciarnos o incluso empujarnos y ayudarnos.
Como sea, el mundo de las luces y las tablas, de las cuerdas y los vientos, de las letras o los colores no es un mundo fácil de llevar porque exige más sensibilidad y humanidad que cualquier otro mundo.
Por eso sigue empujándote a ti mismo pese a todo, brilla sin encandilarte y mejora aunque creas que ya todo está perfecto. Copia ese escepticismo a la ciencia y conviértelo en humildad; aunque ansíes tanto ese reconocimiento de tu sociedad adormecida.

martes, 6 de agosto de 2013

Justo para hoy... (6 de Agosto)

Letra sacada de una canción viejita llamada "Fuerte y Fertil"












Tu naciste entre los cardos, naciste con tus heridas, 
sin gaviotas este día te vas quedando dormida. 
En las cimas del cansancio, en el alto cielo vuela 
la imponencia de un cóndor que va cantando y no sueña nada. (nada)

De las horas divergentes que el reloj corroe a penas 
se desprenden los cristales que empañaron tu existencia 
de tus hijos los lamentos  en la historia que envenena 
el coraje de los grandes que van cantando y no sueñan.

Sumerge, tu miedo adolescente 
bella madre que no crece, mi gran niña que florece. 
Vierte, tu vida, tu candor 
tus hijos te reclaman  deja afuera ya el temor.

De pequeño al conocerte ya lloraba por tu vida, 
me sentí comprometido a regalarte la mía
pero el tiempo ha pasado y nadie me cuenta ahora, 
sobre tu futuro incierto y te van dejando sola.

Mi pequeña, mi ternura, hermosa dama encendida
eres frágil, distraída, eres canción eres vida 
Mi islita solitaria,  mi esperanza, mi razón 
desde niño he aprendido a regalarte el corazón.

Hermosa, se fuerte y fértil 
vuelve tus encantos hacia el probo y hacia el mártir. 
Serena, paso a paso 
eterna compañera, ven despacio

Bolivia… Bolivia.