Del pasado

En la foto aparece un grupo de personas en el salar de Uyuni. Justo al medio (como si hubieramos sido los dueños de la cámara) estamos mi amigo Carly y yo.

Luego de una larga noche sucrense y viendo que el sol se pintaba claro en el cielo, decidimos por la mañana emprender el viaje hasta ese lugar dado que yo no conocía ese paradisiaco paisaje de Bolivia y eso me avergonzaba.

Recogimos un par de chamarras de casa, las pusimos en una mochila, tomamos el primer bus que encontramos hacia Potosí, compramos pasajes para Uyuni ni bien llegamos, buscamos un alojamiento y partimos al día siguiente rumbo a Uyuni. Alla pasamos ese día deambulando y averiguando los elevados costos de los diferentes tours y lamentando no haber llevado una cámara fotográfica con nosotros para documentar ese viaje intempestivo. Esa noche granizó en Uyuni pero al día siguiente el sol se elevaba imponente sobre el altiplano.

Haciendo de tirpas corazón, pagamos los costos del tour y en la vagoneta conocimos a los compañeros que aparecen en la fotografía. Por cierto, el amigo que está de rojo y a la izquierda es Ignacio, de Chile, y es él quien recién ayer me mandó las fotos porque sabía que nosotros no pudimos llevarnos una cámara.

Qué paraiso, esa tarde que visitamos el Hotel de sal, no faltó nada, el agua acumulada transpofrmaba el suelo en un espejo y la inmensidad era debastadora. Que viajes te prepara el azar cuando sueltas tus miedos y dejas que tus pies impertinentes te dirijan sin más preocupación que la de salir a caminar.