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sábado, 24 de diciembre de 2011

Noche de paz, noche de amor...

Nos han enseñado a crearnos demasiadas expectativas, tanto materiales como inmateriales, en estas fechas y eso a menudo nos hace sentir mucha presión pues también sabemos que se espera mucho de nosotros.
Esta presión la sentimos a diario pero es en estas fechas cuando se intensifica de forma desmedida y eso suele producir a menudo discusiones y enfrentamientos exacerbados irónicamente en una época del año en la que se supone que debería prevalecer el amor, la comprensión y la sinceridad.
Y es que no debemos hacer las cosas porque así nos lo solicitan o porque así se supone que debería ser. Todo lo que hacemos debe responder a nuestra conciencia superior. El bien y el mal son elecciones justificadas por el don más preciado: el libre albedrío. Sin embargo para hacer correcto uso de un poder tan importante es necesario desarrollar nuestro discernimiento.
Por eso, pienso que es mejor no esperar nada de nadie y simplemente ofrecer aquello que podemos dar sin forzar posturas ni realizar acciones que no sean realmente sinceras. Así, somos leales con nosotros y verdaderos con todos los que nos rodean.
Felices fiestas, paz en la tierra y amor en sus corazones.

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