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sábado, 30 de abril de 2011

Sabato en sábado


Disfruté tanto, tanto cada parte
y gocé tanto, tanto cada todo,
que me duele algo menos cuando partes
porque aquí te me quedas de algún modo.
(Silvio Rodríguez)

Es probable que no haya habido otro autor al que haya admirado más.
Cuando era un adolescente, una profesora nos dio la tarea de leer una conocida novela llamada "El Túnel" y entonces, un recién conseguido amor por la lectura, se convirtió en una pasión desmedida por las letras.
Recuerdo bien el dilema interno, la paranoia expuesta de una manera tan devastadora, la secuencia de catalizadores, de detonaciones, de eventos tan bien conseguidos.
Hasta ahora sigue siendo uno de los libros que mas he disfrutado, junto a los otros dos que conseguí leer de este fenomenal autor: Ernesto Sábato (que iba a cumplir 100 años el 24 de junio pero murió hoy temprano)
Habrían de pasar varios años antes de que me comprase el libro "sobre héroes y tumbas" en el callejón del correo en Cochabamba y sería un fantástico encuentro en una feria de libros usados en Lima el que me llevaría, un lustro después, al fenomenal "Abadón el exterminador".
Me dejé llevar siempre por esos delirios regalados en páginas, por esa extraña desconfianza hacia los invidentes, por esa fascinante sensación de deja vu entre uno y otro libro.
Y pese al complejo universo de sus novelas, queda siempre espacio para el desbordante mundo de su vida, real, sincera y comprometida.
Complejo y polifacético caballero, gracias siempre por tus letras, por esa cándida explicación del anarquismo, por ese incansable reclamo por la vida de tus desaparecidos, por cada gramo de papel que has compartido con millones de lectores... gracias siempre por tu vida Ernesto.

jueves, 28 de abril de 2011

La pascua y el vagabundo

Se canta así la luz, el gris
el mar, el sol, el no y el si
y todo junto suena a Aleluya...
(Robi Draco)

Hace sólo unos días – poco menos de una semana – Ángelo Medina, representante del artista portorriqueño Robi Draco Rosa, en comunicado de prensa, dio la noticia de que el cantautor tendría cáncer.
El famoso boricua que transformó increíblemente su carrera a través de ese compromiso real con sus regularmente controvertidas posiciones ideológicas, expresaba su agradecimiento por los incontables mensajes de apoyo que recibió, haciendo el siguiente comentario que ya inunda la red a través de las distintas redes sociales: “El día de Pascua fue maravilloso para mí y mi familia. Estoy seguro que la resurrección de Cristo está resonando en muchos corazones. Yo recibí muchas llamadas de mi familia extendida y amigos que estaban rezando por mí para que me sienta bien.”
El artista que en 1996 lanzó su álbum “Vagabundo” – tal vez más apreciado por sus seguidores – es ampliamente reconocido en el mundo por la calidad y sinceridad de su trabajo artístico, y aunque muchos lo reconocieran recién desde el 2004 tras ganar el Grammy gracias al video de su canción “Más y mas” el portorriqueño sería originalmente famoso como miembro del grupo “Menudo” en la década de los ochentas. Sus sonidos, muy cambiantes de un trabajo a otro, han bordeado hasta hoy ritmos varios, como el rock latino, el flamenco, el pop e incluso el rock gótico y psicodélico que caracteriza el momento específico en el que Robert Edward Rosa Suárez pasa a ser conocido con el nombre actual de Draco Cornelius Rosa.
El polifacético artista, siempre controversial, fue conocido también en el mundo del cine a través de la película “Salsa” de 1988 (donde conoce a su actual pareja con quien tiene dos hijos) y a través de éxitos como “la copa de la vida”, “livin la vida loca”, “she bangs” y “María” – por mencionar algunos – interpretados por otros reconocidos artistas. Sin duda alguna, la noticia reciente de su cáncer ha causado gran conmoción en las personas que conocen su trabajo.
Su poesía, circundada a menudo por figuras vinculadas a la muerte, nos habla ahora de la fragilidad del ser humano y de la necesidad de aceptarnos como seres hacia ese final incuestionable. Y aunque Robi Draco por ahora recién inicia su batalla contra su enfermedad nos recordará – cualquiera sea el resultado de su contienda – que es bueno existir de forma sincera y acorde a lo que uno cree sin pretender solamente ir por ahí dejando huellas.
Desde aquí, somos muchos los que esperamos que pronto sean noticias de su victoria las que nos inunden, somos varios los que esperamos que su salud mejore pronto y entretanto nos sumamos a los millones que lo apoyan desde distintas partes del globo.

lunes, 25 de abril de 2011

Esos excesos

Y en pleno diluvio, la gente se sacude las pulgas aprovechando el agua.
Cerremos las puertas y ventanas, desconectemos los teléfonos; que nadie se atreva a solicitarnos favores. Apaguemos el televisor, esta conexión virtual y quememos nuestros libros.
Todo lo que aprendimos, es falso al parecer: las biblias y los sermones, los buenos modales, la gratitud, el hedonismo.
Vamos un paso a la vez: nos cortemos la cara, borremos nuestras sonrisas, anulemos nuestro pasado de excesos con una serie de actos planificados dignos de beatificación.
Vamos a arrepentirnos con todas nuestras ganas, lloremos sobre la leche derramada, ofrezcamos la cebada al burro muerto luego de haber intentado hacer leña de un árbol caído.
Voy a colgarme de mi propio ego - sin duda ya me alcanza - suicidio intermitente de excesos, anulación social, pérdida del respeto y el sentido.
Exceso expreso, arrebato de insensatez. Hablo de mi mismo - lo aclaro para evitar que otros se sientan aludidos - ¿cómo no ir alejando de tu lado a los tuyos si pretendes creer que tu suerte siempre te dejará salir airoso de la humillación pública siempre posible?.

martes, 19 de abril de 2011

Elementos significativos


* sobre la obra Pass-port, que fue de las primeras que vi en el VIII Festival Internacional de Teatro de Stz Cruz. La nota estaba pero, al parecer, había olvidado publicarla.



Es suficiente decir que la obra lleva paulatinamente al espectador hasta el punto del quiebre emocional para dejar en claro que cumple su objetivo a cabalidad.
Pass-port (puerto de paso) se circunscribe en el mundo del clown para llevar adelante una propuesta de gran sencillez pero de importante fuerza, actualidad y universalidad.
De fuerza completamente pura, la obra incluso deja de lado ciertos criterios acostumbrados en el clown y es correctamente llevada adelante por Danuta Zarzyka (actriz y co-directora de la propuesta) que va construyendo y matizando las posibilidades a través de un payaso vibrante y atento siempre a la interacción con el público, lo que le permite mantener con facilidad el dinamismo del trabajo que utiliza bien sus recursos en escena, avanzando paulatinamente en su proposición.
La inclusión final de la enorme Naomi Achirico (actriz de 7 años, hija de la actriz y el director de la obra) en escena, es el detonante final que va permitiendo al público – que aun no lo cree – vislumbrar la dureza de un final que refleja muchas realidades diferentes que se incluyen juntas en esa correcta construcción del ícono (el aparato detector que niega o permite el paso) como genial y verdadero antagonista.
Lucas Achirico, el director de la propuesta del grupo “Entre dos Aguas un Teatro” permite que ropa a ropa y desnudez a desnudez la protagonista comparta con el público las tantas veces absurdas razones que pretenden justificar la inmutabilidad de algunas fronteras.
La obra es sencilla, graciosa y categórica a momento de resolverse, lo que permite al público no sólo disfrutar de su ejecución, sino también de las reflexiones inevitables y personales que provoca.

Al final del Festival



Ya concluido el VIII Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz de la Sierra, cerramos esta etapa que me entretuvo realizando varios posts críticos subjetivos a petición de la gente de la organización de ese prestigioso festival.


Un buen amigo mío, me había dado el consejo de aclarar que este ejercicio crítico, sólo pretende demostrar mi punto de vista personal y subjetivo, basado - sin embargo - en criterios aprendidos en el taller de crítica teatral realizado en Morelia, Michuacán, México hace un par de años y la experiencia adquirida en estos 6 años haciendo notas similares en el suplemento cultural del periódico local de mi ciudad, lo que me pareció realmente importante hacer en este mmomento a manera de conclución.


La intención personal en esta labor, fue evidenciar ante todo los puntos fuertes que se ven en cada obra manteniéndome en reserva algunas observaciones negativas que poco o nada beneficiosas podrían haber sido en esta ocasión.


Agradezco las palabras de aquellos que asumieron de manera correcta estas observaciones y felicito a todos, actores y organizadores por el bien llevado Festival.

lunes, 18 de abril de 2011

Convenciones muy bien planteadas

Tal vez, tomando en cuenta las visiones diferentes entre la dramaturgia y la puesta final, la palabra subyugar, es buena para describir el excelente trabajo que hizo la gente del “Baúl Teatro” sobre el texto original de un gratamente sorprendido Gustavo Ott (Autor de la obra “Passport” que estuvo presente en la función).

Los actores Ariel Muñoz, Christian Castillo-Luna y Marcelo Sosa, dirigidos hábilmente por Mari Carmen Monje, tomaron la obra desde una visión del absurdo y le pusieron los elementos necesarios y suficientes para conseguir un producto bien templado, polisémico, ameno y penetrante.

Quedan claros los conflictos y relaciones, se dice lo que se debe, se calla lo que se espera que sea completado por el público, en un proceso gestáltico que opera hábilmente con los datos necesarios sobre lo que se dice en la obra. La magia, de una convención bien planteada al público, permite que sin más ni más, todos comprendan que pareciera haber distintos idiomas en la puesta sin que los haya en realidad. Uno se permite imaginar millones de posibilidades dentro de este juego, pero sin engolosinarse, la situación evoluciona hasta procurarse un desenlace abierto que deja muchas más posibilidades en las construcciones internas de cada espectador.

Liviana pero de peso

El bombardeo incesante de los medios de comunicación masiva y sus impertinentes ataques a la realidad del individuo, es usado con sutileza como un artificio que entrelaza las distintas escenas de la obra “Light”.

La obra de Denisse Arancibia, dirigida por Bernardo Arancibia Flores es dinámica y graciosa. Lo trágico-cotidiano, que se cierne en las expectativas que nos hicieron creer que el mundo tiene de nosotros, se plantea ante el espectador de forma caricaturesca en un trabajo que incluye al director y a las actrices Carmencita Guillén Ortúzar y Mariel Camacho Ovando sobre las tablas.

La estética misma, de vestuarios (y ahora también de escenografía), toma prestada de esas cartillas para cortar y vestir muñequitas impresas en papel, su sencillez y picardía reglándole a la muy bien lograda obra, un plus de significantes en un magnífico uso de la economía del lenguaje.

Esta obra sin duda ha evolucionado desde la vez que la vimos – hace un año aproximadamente – y consigue flotar, durante sus cincuenta minutos de duración, usando su “ligereza” en una especie de retruécano que ironiza ese su propio subtexto de gran profundidad.

La obra “Light” parece light, se ve como light pero no tiene ese sabor vacío de lo light. Por el contrario, el espectador, hábilmente engañado por el "Teatro Grito", sale de la obra con una amplia sonrisa pero en el camino se va dando cuenta que aun no ha digerido el plato fuerte.

Sin correr riesgos

La obra Aracné, escrita y dirigida por Ricardo Guillén, versa sobre la mitológica historia de aquella mujer de Grecia que ciega de soberbia llega a creerse mejor tejedora que la diosa cazadora.

El relato mitológico, asumido a manera de fábula, responde a un ritmo marcado por versos decasílabos y movimientos cadentes que a momentos parecen bordear incluso una puesta hasta antropológica.

Vemos una sumatoria de concepciones poco arriesgadas pero funcionales: lenguaje, desplazamientos y estéticas van trazados en paralelos geométricos sin transgredirse lo que le resta posibilidades a la puesta. Así, musas, humanos y diosas no marcan sus diferencias energéticas en escena pero ofrecen un trabajo ordenado, sencillo y práctico.

Elementos plásticos y sonoros, consiguieron a momentos cruzarse correctamente en el trabajo, subieron niveles, incrementaron dinamismo y ofrecieron respiros importantes. Mónica Fernandez, Bárbara Loreto, Selma Baldiviezo, Judith Galdamez, Marioli Céspedes y Vanesa Méndez transitan las escenas una tras otra poniendo en evidencia los aparatos teatrales puestos en juego, al momento de utilizarlos.

Lo que se vio en la propuesta que nos trajo “Salamandra Teatro” fue orden y posiblemente lo reducido del espacio podría haber jugado en contra, tanto en esta, como en otras propuestas vistas en el lugar.

jueves, 14 de abril de 2011

La “Máquina del tiempo”

En un cuadrado trazado por líneas blancas sobre suelo negro, hay un escritorio con una pantalla encima. Sobre el escritorio un viejo reproductor, sobre la escena completa, y entre cajas, un desolador Luis Bredow interpretando a Krapp.
La obra de Samuel Beckett, dirigida acertadamente por Marcos Malavia, nos lleva a una situación particular, a una individualidad, a un chispazo fulgurante en la línea temporal del infinito universo; un chispazo más entre miles que se sucedieron tal vez metonímicamente, pero chispazo al fin.
“La última cinta de Krapp” centro su atención en las dinámicas internas y supo explotar a la perfección las enormes capacidades del actor. De gesticulación sincrónica al resto del trabajo actoral – por demás completo, complejo e inequívoco – le dio como resultado una presencia enorme orgánica con el espacio y de concentración inquebrantable.
Hubo una verdadera serie de propuestas inteligentes, entre escenografía y recursos sonoros, que marcaron el ritmo – de serena cadencia – llevando al personaje cuesta abajo hasta depositarlo en un patetismo conmovedor.
Interesante cuestión ser partícipes de una regresión, hermosamente construida por el magnífico autor de la obra y adecuadamente llevada por la gente del Teatro del Umbral.

El poder de la palabra

La exquisita pieza “Mauser” de Heiner Müller, fue puesta en escena por el Colectivo Búnker con la dirección de Marcelo Sosa, bajo un cielo nubloso que se movía frenéticamente empujado por los vientos.
La visión escenocéntrica que planteó el grupo, al escoger nada más que el Museo de Historia, como espacio lúdico, fue un gran acierto de la propuesta que transcurre ordenada entre los pilares desgastados y los escombros de un edificio – olvidado o en renovación.
Como quiera que sea, la elección del texto, los elementos sencillos en la propuesta y los desplazamientos nítidos en escena, fueron otros de los aciertos en el espectáculo del elenco conformado por Antonio Peredo, Mario Aguirre, Antonio torres, Luis García-Tornel de reconocida trayectoria que junto a Andrea Ramirez Boglioli y Natalia Peña que van haciendo un buen ingreso formal al mundo de las tablas con esta obra, nos permitieron disfrutar de un trabajo que no se complicó.
El vestuario, de lenguaje claro, cumplió su propósito con cabalidad utilizando bien los tonos y formas, sin embargo resaltaron elementos que tal vez hubiera sido mejor procurar atenuar.
Pese a este detalle – mínimo dentro del enorme universo creado por Müller – la obra se sobrepuso a la batalla contra la ignorancia del espectador celularizado y tragapapas que, dentro de ese espacio tan íntimo, arremetió contra la cultura en más de cinco ocasiones (un descuido, es un descuido… pero no entender tras cuatro advertencias vivenciales! Ya es otra cosa).
Máuser, gira y regresa constantemente cuestionando y proponiendo; relatando y haciendo sutil crítica a sociedades y posiciones políticas en el mundo entero. La puesta en escena del Colectivo Búnker se apoya en esto para entregarnos un trabajo con excelentes cimientos que espera crecer aun más y de forma estrepitosa con las futuras presentaciones.

"Las Cartas del Cabo"

Alejandro Molina, lleva al elenco de “las cartas del Cabo” compuesto por: Susy Arduz, Bilinka Céspedes, Gabriel Sandoval, Luis Bredow, Carlos Ureña y Miguelángel Estellano a un viaje por la desolación de las generaciones marcadas por los conflictos bélicos.
En una presentación a la que le costó mucho despegar, pudimos observar un espacio que se compuso y descompuso en distintos tiempos de la propuesta, con una interesante separación temporal entre escenas. La propuesta transcurrió genialmente acompañada por melodías muy bien pensadas y en acento con la temática y la contemporaneidad ofertadas.
A veces – sólo a veces – se crearon incertidumbres con respecto a esos diferentes tiempos que se trabajaban al unísono y ni siquiera los vestuarios parecieron conseguir ayudar en esa clarificación de momentos históricos.
Podemos inferir que una aparente falta de precisión en las acciones, es producto de la continua investigación del grotesco con el que trabaja “Proyecto Bufo” y debemos recordar las pocas funciones que tiene esta obra que galardonó a Molina como ganador del Premio Nacional PETROBRAS para nóveles escritores.
Siempre es complicado encarar un relato con tintes y datos históricos, sin embargo, se pudo advertir que el trabajo recibió la aceptación del indómito público del Paraninfo Universitario de Santa Cruz de la Sierra

miércoles, 13 de abril de 2011

Sensaciones de impotencia

Lastimosamente, les toca a los señores de la compañía “Textos que migran”, recibir una queja formal sobre la transgresión de un principio técnico básico a cerca de uno de los principales elementos del actor, dirigida no sólo a ellos sino extensible a varias otras agrupaciones y elencos nacionales: La voz. Problema que también podría responder, en este caso, a la especial acústica del espacio.
Más allá de esta penosa necesidad de encarar esta falta, identificable en varios de los trabajos nacionales presentados en el festival, como inicio reflexivo a este texto crítico, debemos aceptar y recalcar la profundidad y sensibilidad inmersas en el discurso que sirve de motor al excelente trabajo “mis muy privados festivales mesiánicos”, virtudes opacadas por un público irreverente y desconsiderado que pareciera no ser capaz de mantener su atención en temáticas profundas, como víctimas de un mundo superfluo y baladí que no les deja aspirar a otros niveles cognitivos.
Hablar de esta propuesta, dirigida por Percy Jiménez, es hablar de la calidad de sus actores, su dinámica e interacción cambiantes y los significantes encadenados que la detonan constantemente en una rítmica que devela las decepciones que se suman en la vida de cualquier ser humano.
En este caso, una trabajadora social, es sólo un ícono del servicio público, del tedioso trabajo de oficina, de la caída de los proyectos de vida, de la ruptura del equilibrio y la sumatoria de fracasos y desengaños que ponen en evidencia la fragilidad de las “buenas intenciones” en cualquier oficio o labor.
Desenvolviéndose en un escenario que les permite verse como colosos inescrutables – al entrar en escena – los personajes se van haciendo pequeños al verse sacudidos por lo externo y lo interno de sus propias cavilaciones, excelentemente desnudadas a través de la acción de sus voces interiores, propuestas en escena como un personaje más, un ser de carácter omnipresente, medular y fulminante.
Soledad Ardaya, Mario Aguirre, Miguelángel Estellano y Pedro Grosman comparten un espacio, rico en profundidad y niveles, donde descargan, paso a paso y tiempo a tiempo, los conflictos y las interrelaciones que acaban por explotarle al espectador en la cara poco antes de que consiga advertir ese peligro.
Es una propuesta dramática recia, universal y del día a día; accesible, muy bien lograda, con un uso excelente de todos los grupos de signos que componen el lenguaje teatral que permitieron aprovechar al máximo el excelente texto de Felicia Zeller.

La obra “Comic” y sus habitantes

Saúl Alí, autor, director y actor de la obra “Comic”, nos trae una propuesta dividida en breves relatos sobre los personajes que habitan, ese lugar ficticio creado por él, desde la visión de una especie de alter-ego lúcido pero complejo.
Al llegar, al público se le presenta un espacio oscuro, bordeando lo gótico, lo punk. Rápidamente esta serie de códigos nos hacen pensar en la serie de posibilidades abiertas, de relaciones posibles.
Colgado del segundo nivel de un andamio, el actor recibe al público aprovechando su bien lograda presencia escénica. Los ojos desorbitados, el vestuario y los sonidos, crean, en conjunto, una atmósfera oscura que abre paso a los relatos.
Pueden bien los relatos, compartidos con el público, mantener cierta tensión al principio, cuando todos creen estar siendo introducidos a ese mundo donde se espera suceda algo y se construyan relaciones entre los diferentes personajes, sin embargo al final, los sucesos se ausentan y el personaje se queda limitado en su accionar sin siquiera colgarse de nuevo del andamio que ofrecía tantas posibilidades.
Alí, líder del Teatro Bogatir, aprovecha su enorme habilidad de relato y lo tenebroso de sus historias. Aprovecha sus mejores cualidades actorales procurando levantar la obra; la voz sorprende, las pausas corporales buscan regular los ritmos pero la falta de acciones al final consigue dejar su huella.
Este tipo de personajes y ambientes, es una constante en la labor de la gente de Bogatir Teatro; su discurso se inserta en una visión de las sombras proyectadas en el mundo y junto a su estética crean una relación de sus rumbos que los lleva siempre a presentarse con muy pocas ambigüedades.

lunes, 11 de abril de 2011

Sobre las relaciones en escena

El director Eduardo Calla, nos presenta la obra “Las relaciones de Clara” priorizando en ella, estas relaciones entre los actores que prestan su cuerpo y voz a sus personajes sobre la relación de estos con el público. Queda claro que nadie – ni siquiera Clara – sabe lo que ella quiere, lo que hace parecer que en realidad quiere todo.

Está en ella esta sensación de vacío constante, como un personaje que ronda la estructura de un perverso, Clara reniega y no niega. Se deja llevar por sus pulsiones orales, genitales y escópicas creyendo saber, al menos, qué es lo que no quiere.

Los que estamos acostumbrados a sorprendernos con las excelentes propuestas de Calla, podemos afirmar que no se trata de su mejor trabajo. Sin embargo, sabemos también que, en este caso, la obra traída por “Escena 163” no es de autoría propia – como sucede regularmente – sino de la dramaturga Dea Loher.

El elenco compuesto, en su mayoría, por actrices y actores reconocidos (Patricia García, Luis Bedrow, Marta Monzón, Wara Cajías, Miguel Vargas, Anuar Elás y Matías Laguna) utiliza a sus anchas el escenario – e incluso sus alrededores – se sirve bien de los objetos, las acciones y los demás recursos. Hasta el aroma a salsa soya cocinándose en un wok se suma a esta cuestión de reflejo que le llega al público.

Los actores se desplazan con trayectorias bien marcadas, llevan puestos los tics y los conflictos internos de los personajes que les tocó representar y aun, sin ser miembros de un grupo, se interrelacionan francamente durante toda la obra. Ellos son sus personajes, sus conflictos; son siervos de escena, son escenografía pero principalmente, son las relaciones en las que se ciñen.

La obra se aleja del conformismo y rompe los códigos habituales – algo frecuente en los trabajos de Eduardo Calla – su espacio lúdico evoluciona con ella y mantiene un ritmo que goza de saludables silencios. Texto y puesta dicen lo mismo, son coherentes, pero no van precisamente juntos y esto permite que en la obra “Las relaciones de Clara” algunos signos sean polisémicos. Esta carencia de sentidos unilaterales y la sensación de inestabilidad que proyectan los personajes de la obra, crean conflicto en el espectador y le da la sensación de que se versa a cerca de sus propios descontentos y egoísmos.

Ser más humanos

El contundente trabajo que “Altoteatro” compartió con el público, consigue parte de su energía de la intemporalidad, contexto y familiaridad de su profunda temática, pero no le debe sólo a esto su éxito rotundo sobre el escenario, sino a la sumatoria de varios elementos.

El texto: De singular franqueza y sin barroquismos, plantea continuamente una carga poética que incluso se circunscribe en la crueldad de la qué él mismo habla. Irónico que un texto sea el que termina burlándose con tanta elegancia de la especie humana, a la que pertenece su autor.

Las actuaciones: Con franqueza y seguridad, los actores cambian, evolucionan, proponen y comparten en escena. Carmen Tito, Rocío Quisberth, Jorge Lahor, Verónica Paye, Soledad Machaca y – por supuesto – Freddy Chipana, convencen en todo momento, incluyendo las escenas en las que – completamente a propósito – acartonan sus personajes o se inscriben en una línea particularmente gesticulante.

Los elementos plásticos y sonoros: Discursos, radio, tele, ¿quién sabe de qué otros elementos sonoros se valieron tan hábilmente en esta puesta?, una pelota, un bastón, una maleta; no hizo falta nada más que cosas así de sencillas para llevar adelante la presentación. Un muy buen uso de objetos imaginarios fue a veces suficiente para tenerlos presentes; tal vez, siendo reales hubieran terminando sólo restando ritmo a la imparable obra: “Solo con esto”.

El discurso de la obra, es claro y concreto. Imágenes y textos se encuentran y desencuentran armónicamente, acentuados por las convenciones lumínicas propuestas. Los vestuarios y otros elementos, completamente prácticos, consiguen sus objetivos en todo momento y permiten al público reflexionar profundamente a cerca de sus propias agresiones contra sus congéneres.

Para los que vimos la obra meses atrás, es fácil reconocer la enorme evolución del trabajo que nunca fue malo – ni siquiera regular – siempre fue de alta calidad pero ahora se ve mucho más dinámico y ordenado.

“Hacemos teatro para ser mejores seres humanos, no para ser considerados artistas” dijo al final Freddy Chipana que trabajó junto a Andrea Riera en la dirección del espectáculo y esa visión queda reafirmada en los textos mismos que lo gobernaron. La obra “Solo con esto” de “Altoteatro” un trabajo de gran altura humana.

domingo, 10 de abril de 2011

Plástica

El fulgor de Dal Pero y la fantástica solidez de Ardaya nos llevaron, de la mano de Christian Mercado, al infinito subjetivo de las lecturas posibles de la obra “Bonitas”.
Ese infinito, plasmado hábilmente en el fantástico final de obra, es posible sólo gracias a la franqueza de un texto cuyo discurso se pasea por las tinieblas humanas, sin temor ni duda, dentro de la propuesta que encuentra su enorme poder en la sumatoria de signos, símbolos y significantes que llegan a crear una amalgama totalmente sólida.
Nos encontramos con la magia numerológica del par complementario del teatro, jugando a la regla de tres.
Así, María Teresa Dal Pero y Soledad Ardaya, deslumbran aun dentro de sus envolturas plásticas. Juegan, gozan, “se pierden”, suenan y resuenan en un universo desechable que no entiende de qué lado de la ventana está (si observando o siendo observado).
Las metáforas interminables, se desprenden en la propuesta como tentadores frutos al alcance del público, en una euritmia continuada sin más intermitencia que los silencios exitosamente conseguidos en momentos importantes.
Como dijimos, la infinidad de lecturas posibles, pregunta más que responder y nos deja flotando en círculos alrededor de los conflictos internos y externos de las “bonitas” que no terminan de comprender qué más hay que darle a algo para que finalmente se enuncie a sí mismo.
El espacio – íntimo pero incómodo (por lo físico y no por lo propuesto) – fue utilizado con habilidad y hasta vestido con destreza para permitirle tener su propia presencia inequívoca dentro de este discurso “románticamente plástico” al que sólo en un par de momentos mínimos le faltó acción.
La espiral nos sigue repitiendo que es más difícil no pertenecer, que hacerlo, mientras cada espectador regresa a su casa interpelado, interrogado pero satisfecho.

Estimado público

Y nadie sabe por qué un día el amor nace,
ni sabe nadie por qué muere el amor un día
(Jorge Drexler)

Poco importa ahora si suena a esnobismo pero a veces pareciera haber razón en eso de que “el teatro no es para todos”. Esta habilidad, esencial y no requirente de diplomas, de diferenciar una obra teatral de un partido de futbol es algo por lo que aun es necesario luchar en los establecimientos educativos.
Pese a ese desplante injusto, fuimos partícipes de una propuesta de estética minimalista que nos envolvió dentro de las insaciables fauces del amor.
Yovinca Arredondo – la directora – nos pregunta: “¿Quién no se vuelve cursilón cuando se enamora?” en una propuesta cuyo elemento cardinal es la maravillosa estética simétrica, de corte vertical, a veces especular y de peligroso blanco.
La circularidad de vinilo es conseguida por un hilo conductor que se aferra a una carta desgajada de la experiencia personal de esa novel dramaturga que compartió con el público este primer trabajo suyo.
Los actores Cecilie Montalván y Guillermo Sicodowska, transitan el escenario, solos y separados tanto por la historia misma de la obra como por la propuesta que tal vez no les permite tener suficientes encuentros explosivos en escena. Sin embargo, fue notoria la altura de su trabajo por la técnica vocal que se impuso a la irreverencia del público y los cambios energéticos propuestos principalmente por Montalván.
Volver a preguntarse si el amor no es otra cosa que fe, y recordar esa sensación de llegar a amar más allá de lo que uno creía posible, nunca está demás y nos deja la posibilidad de esperar que esta obra – con poco más que una docena de presentaciones – evolucione limando asperezas, arriesgándose a llegar a otros límites y ganando ritmo para conseguir la potencia real de su influencia vivencial.
Bastaban los pocos elementos escénicos para tener más dinamismo, más acción y más interacción; para poner en conflicto real a los actores y para ofrecerles mayores posibilidades de brillar. La armonía escénica los devoraba y tal vez pudieron crear ellos el desequilibrio con mayor intensidad.
Justo esta composición holista, se necesita mayor claridad de acciones, con principio y fin marcados al punto de la artificialidad. Estéticas así, deben cubrir detalles de iluminación con precisión milimétrica (imposibles, en este caso, por las limitaciones técnica propias del escenario) y permitirse exprimir hasta la última posibilidad con todos los elementos a mano en escena.
“Septiembre” habla de distancia, pérdida, desconsuelo, impotencia y todo eso que acompaña a las relaciones de pareja siempre tan complejas. Busca sus cimientos en la raíz misma de lo vivencial y nos deja a la expectativa del perfeccionamiento.

viernes, 8 de abril de 2011

Sta. Cruz Crítico (1ª jornada)

Dentro del marco del Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz de la Sierra 2011 organizado por APAC, voy dejando mis apuntes como ejercicio crítico. (*)

Reflexiones del payaso urbano

La obra, de permanente actualidad, nos ofrece una mirada a los submundos del abandono que regalan las grandes ciudades.

La genialidad del texto de Alejandro Jodorowsky, asumido con gran altura por Marcos Malavia dentro de los códigos del clown, mostró una gran claridad de objetivos escénicos – logrados en su mayoría – dejándonos una función rica en imagen, fuerza y dinamismo, estructurada en fragmentos; en diversidad de historias y relaciones.

Esta estructura fue tal vez la que permitió a varios miembros del elenco resaltar del grupo, que en general, contó con actores de g

ran valía. Esto se debió a la formidable construcción de personajes (esencial dentro de esta línea teatral) conseguida por actores como Raymundo Ramos y Judith Galdámez, ambos de fuerte y esencial presencia en la presentación y de Mónica Fernández y Fernando Azogue que tuvieron estupendos momentos de lucidez indiscutible entre otros.

La estética en la obra, planteadas claramente por el director Malavia y el asistente de dirección y luces Ariel Muñoz se reflejó en una escenografía y vestuario compatibles que jugaron su rol a la perfección, permitiendo que los signos visuales concedieran la posibilidad de contrastes que reforzaron, el sistema lingüístico que se utilizaban en la propuesta, particularmente resaltable en determinadas escenas en las que la iluminación misma se sumaba acertadamente al lenguaje propuesto.

Siempre es clara la dificultad de mantener ritmos tan vertiginosos durante la totalidad de obras de esta duración, sin embargo, este elemento, fue manejado, dentro de lo que se pudo, gracias al buen trabajo de enlace entre escena y escena que dejó sólo en un par de ocasiones espacios de silencio no deliberados.

Por lo demás, cabe resaltar ante tod

o: la coherencia de signos, símbolos y lenguaje que fueron en si el hilo conductor que permitió una buena relación de los demás sistemas escénicos y cuestionarnos a cerca de las incontables salidas de los actores a recibir aplausos que – pese a responder esto al mundo del clown – sólo nos permitió, a algunos en el público, apreciar finalmente el peso del tiempo en la duración de la obra.

Obra: Ópera pánico / Grupo: Escuela Nacional de Teatro

Autor: Alejandro Jodorowsky / Dirección: Marcos Malavia

Duración: 90 min.


Los Pepenautas en la casa de Bernarda

Son claros los elementos globales a ser tomados en cuenta dentro de la propuesta de la compañía teatral Ditirambo que trabajó con una verdadera constelación de actores bajo la batuta de Luis F. Jiménez.

Aquí debemos tomar en cuenta el juego de contextualizaciones y descontextualizaciones propuestas en esa tan bien lograda estratosfera bufonesca, la trascendencia de autores como García Lorca y Ernesto Caballero, la indiscutible calidad de los actores y ante todo el brío necesario para una propuesta tan temeraria.

Volver a ese teatro con actores varones interpretando papeles femeninos, con una amalgama de textos y contextos entre clásicos, locales, actuales y coyunturales sin más plétoras, y envolverlo todo en la complejidad desnudante y enmascarante del bufón sin desistir o fracasar en el intento, es sin duda un elemento escencial a ser tomado en cuenta completamente a favor de esta creación colectiva que supo juntar las historias de “la casa de Bernarda Alba” y “Pepe Romano” de los autores mencionados en el párrafo anterior.

La obra, que contiene un discurso, propio del ambiente en el que se circunscribe (pasional e irreverente), supo ser coherente la mayor parte del tiempo pese a que resbaló muchas veces con el humor fútil propio del teatro popular (que con una mayor carga de sorna o ironía, podría haberse integrado a la atmósfera del bufón pero se alejó de ella por jugarse, a veces, en lo fácil de la morbosidad, siempre complaciente con el público, pero de exagerada simpleza) y pese al perjuicio que le provocó la intermitencia de ritmos y dinámicas confusas.

Las actuaciones de cada uno de los miembros del elenco, que respondieron por demás a su trayectoria, permitieron cambios de apariencia resaltables y un uso formidable del espacio escénico y los elementos plásticos y sonoros.

En fin, el trabajo con muchos más puntos a favor que en contra, consiguió su objetivo de poner en evidencia las miserias humanas desde su óptica contrapicada y su estética y líneas tan aventureras que permitió y obligó a los ejecutantes a hacer valer su experiencia en aguas turbulentas pese a sus pequeños deslices con mujeres fáciles que los tentaban a ponerse a buen recaudo en la tierra firme de lo simplón.

Obra: El corral de Bernarda / Grupo: Compañía Teatral Ditirambo

Autores: Versión libre de “La Casa de Bernarda Alba” (García Lorca) y “Pepe Romano” (Ernesto Caballero) / Dirección: Luis F. Jiménez

Duración: 1 hora 10 minutos

*Alejandro González Romero es escritor y actor de teatro; publica columnas en el suplemento cultural “Puño y Letra” del diario Correo del Sur de la ciudad de Sucre - Bolivia, desde el 2004 hasta la fecha. Trabaja en las tablas desde hace 10 años y es miembro del Grupo de Teatro La Cueva desde hace 7.

Ha sido parte del Taller de Crítica teatral dictado por Vivian Martínez directora de la Revista Casa de las Américas (Cuba) realizado en Morelia, Michuacán, México.

jueves, 7 de abril de 2011

Música enserio

En el mes de agosto de 2006, se fundó en nuestra ciudad la banda “Capitán Yote” que hace un tiempo estrenó su nuevo disco llamado: “Natural” producido por (((5))) de la ciudad de Cochabamba, segundo material discográfico luego de su “Abusando del dolor” que les permitió saltar a los escenarios de la capital demostrando cada vez mayor solidez.

La banda, que ha ido evolucionando etapa tras etapa y es hoy conformada por músicos diferentes a los que le dieron vida aquel año, nos propone un estilo de rock enérgico, actual y definido, circunscrito en la esfera del metal y es, sin duda alguna, una de las más representativas de este género en nuestro medio.

Hugo Palacios (el Yote), Carlos Zegada (Zega) en la batería y Gonzalo Pardo (el Chivo) en el bajo (los últimos dos reconocidos también por ser miembros de una banda blusera) pretenden ofrecer este sábado 9 un concierto en el Bibliocafé Concert de calle Nicolás Ortiz a partir de las 22:00 horas, donde estarán compartiendo con el público su música e interpretación de sonidos y líricas bien logrados.

Por su parte, Gonzalo “el Chivo” nos comentaba que la banda de blues que conforma actualmente junto a Sergio Carrasco Michel y al ya mencionado Zega; llamada “la Chiva” también tiene una serie de presentaciones que se inician precisamente un día antes: este viernes 8 en Rockerz ubicado en calle Calvo entre Potosí y Padilla.

Esta banda que tiene ya planificadas presentaciones en Santa Cruz, la próxima semana entre el 15 y el 17 y en Cochabamba en los siguientes meses se encuentra también promocionando su nuevo material denominado “A mil años blues”, grabado en estudios Géminis por los habilidosos Yamil Patzi y Juan Pablo Lagrava, que también es una muestra de que una madura evolución como grupo puede derivar en un material discográfico de calidad.

Capitán Yote y La Chiva, dos de los grupos más representativos de nuestro medio dejarán que este fin de semana su música invada nuestros oídos siempre ávidos de propuestas frescas y sinceras. Las bandas, de rock y blues respectivamente, son una muestra de lo que se puede lograr en nuestro medio con talento, dedicación y disciplina, pues queda claro que su progreso no responde al azar sino a un constante proceso de perfeccionamiento sumado a las habilidades propias cultivadas por cada uno de sus integrantes.