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jueves, 14 de abril de 2011

La “Máquina del tiempo”

En un cuadrado trazado por líneas blancas sobre suelo negro, hay un escritorio con una pantalla encima. Sobre el escritorio un viejo reproductor, sobre la escena completa, y entre cajas, un desolador Luis Bredow interpretando a Krapp.
La obra de Samuel Beckett, dirigida acertadamente por Marcos Malavia, nos lleva a una situación particular, a una individualidad, a un chispazo fulgurante en la línea temporal del infinito universo; un chispazo más entre miles que se sucedieron tal vez metonímicamente, pero chispazo al fin.
“La última cinta de Krapp” centro su atención en las dinámicas internas y supo explotar a la perfección las enormes capacidades del actor. De gesticulación sincrónica al resto del trabajo actoral – por demás completo, complejo e inequívoco – le dio como resultado una presencia enorme orgánica con el espacio y de concentración inquebrantable.
Hubo una verdadera serie de propuestas inteligentes, entre escenografía y recursos sonoros, que marcaron el ritmo – de serena cadencia – llevando al personaje cuesta abajo hasta depositarlo en un patetismo conmovedor.
Interesante cuestión ser partícipes de una regresión, hermosamente construida por el magnífico autor de la obra y adecuadamente llevada por la gente del Teatro del Umbral.

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